Mi único verso
unas letras, un verso
que es el mismo de siempre:
la añoranza de un tiempo,
el recuerdo perdido
de perdidas pasiones,
la niñez en el pueblo,
la nostalgia de padre,
la penumbra de un bar
en extrañas ciudades.
De mi vejez escribo,
de mis enfermedades,
de los días de hastío
que me habitan ahora,
de esta paz que me llega,
cuando ya nada importa,
y el mundo es una estrella
que se apaga muy lento.
Y la vida un cuaderno
de emborronadas páginas.
Sigo escribiendo el verso
que escribí eternamente,
más despacio, quizás,
buscando a cada instante
la palabra que siempre
he intentado grabar
en la piel deseada,
en los ojos del niño.
En el alma desnuda
del hombre derrotado.
Escribo ya muy poco,
mas sé que cada letra
me salva de las sombras,
me trae un sol de invierno
que ahuyenta nuestros fríos.
Me viste de domingo
y acaricia tu nombre
con sus dedos de nube.
(Eres mi único verso
que empiezo cada día).

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