Leyendo a Campoamor
Te imagino de pie en la ventanilla.
Quizás un cigarrillo entre los dedos.
(Eran días de tabaco y carbonilla).
Tú, perdida en los trenes de la noche,
deseada viajera de otro tiempo.
El agua golpeando los cristales
y luces de algún pueblo allá, a lo lejos.
Releo a Campoamor, El Tren Expreso,
y a mí me gustaría que tú fueras
la mujer del corazón hecho pedazos,
y yo fuera el poeta que te pone
su manta contra el frío en el regazo.
Mas esta noche ya no tengo nada
que me traiga el recuerdo de aquel tiempo.
Ese viaje en un tren que nunca hicimos
y del que tanto hablamos, ¿lo recuerdas?
No sé siquiera si tú habrás conseguido
un viaje como aquel que imaginamos.
Ni si habrás encontrado quien te abrace
mientras miras el agua en los cristales.
Mas te juro que, siempre que en la noche
oigo silbar un tren, vuelvo de nuevo
a ser el que una vez soñó venir
contigo de París en tren expreso.

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