El jardín prohibido.
En cierto modo era un declaración de guerra. Quizá por eso aplaudían con fervor las palabras de su líder proclamando el mayor y más terrible ajuste llevado a cabo en la democracia. En el delirio de los vítores una diputada gritaba “¡Qué se jodan!”, resumiendo en pocas palabras el programa oculto del partido en el poder.
Luego pidió perdón. Como lo hizo el rey. Aquí ya no existen las responsabilidades políticas. Basta con pedir perdón y ya está. Lo mismo podrá hacer Rajoy cuando le pidan cuentas por haber incumplido uno por uno cada punto de su programa electoral. Pedirá perdón, como el amante de la canción “El jardín prohibido” de Sandro Giacobbe. Nota aquí.
jueves, julio 19, 2012
Ismael Serrano
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