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He vuelto del concierto de Joaquín Sabina, del maestro del oficio de hacer canciones que nos hablan de vicios y de amores. Le he visto y escuchado como pocas veces, para detenerlo en el tiempo y guardarlo conmigo por siempre, y su imagen no podía ser más adecuada para ese ejercicio mío, de verde esperanza y fina estampa, como un torero antes de la suerte. Me ha sorprendido su voz y su temple, su verbo y su duende después de esta larga ausencia por sus madriles, y más allá o más acá de ese inoportuno momento en que sufrió por él y por todos, quiero agradecerle al maestro de la prosa, la canción y el verso, su sinceridad, su valentía y hasta sus lágrimas. Hoy vuelvo lleno de él, gracias una vez más al maestro de maestros, a nuestro querido Joaquín Sabina. El diablo sigue estando de su parte.
domingo, diciembre 14, 2014
Antonio Sanz
Publicadas por Romano a la/s 8:05 a.m.
Etiquetas: Antonio Sanz, Sabina
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