miércoles, diciembre 31, 2014

Charly García

Charly García Inmortal


Siete y media de la tarde. Paro en un café para escribir, cuando la campana de la iglesia llama a misa en la parroquia donde hace 50 años las señoras paquetas se escandalizaban con las ideas del padre Mugica. Barrio bacán, desde donde un cura de familia pituca se la jugaba por los pobres.

El rock, decía Pete Townshend, fue la herramienta que permitió que los chicos de las clases bajas asomaran la cabeza por encima de vidas mediocres, chatas, miserables no sólo en el bolsillo sino en oportunidades para descubrir lo que de único trae cada uno de nosotros al mundo.

Los últimos serán los primeros. Aquí y ahora, y en cosa de meses.

Carlitos fue el primero, siempre. Siempre tuvo una inteligencia arrasadora. Rápido, sagaz, ácido y ocurrente. Un pibe brillante. Y pituco. Tal vez por eso fue resistido al principio. Proponía Elton John y canciones brillantemente construidas cuando el rock argentino, con algunas salvedades, pasaba por un enamoramiento casi fundamentalista con el blues y el "rock pesado". Alguno habrá creído que este chico era un tibio, de esos a los que vomita Dios. Crónica aquí.



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