Querido Rodolfo
Querido Rodolfo:
Ahora que pasó la tormenta y los restos del naufragio son sólo recortes de recuerdos quiero detenerme un instante para escribirte estas líneas.
Ya sabes que este sábado teníamos un concierto solidario para conseguir la dignidad y calidad de vida necesaria para un niño con una terrible enfermedad degenerativa. Él se llama Miguel y para nosotros es el niño de la sonrisa permanente.
¡Ay Rodolfo, qué bonito! ¡Y qué nervios!
La bondad se palpaba en el ambiente.
Te contaré que el día anterior, después de una campaña intensa de preparativos y promoción, me fui al concierto de unos amigos y varias señales me asaltaron en plena calle, vecinos que preguntaban la hora del concierto, señoras que te deseaban suerte o un compañero bohemio como tu o yo que, dedicado a la música local, y no pudiendo asistir, quiso ser el primero en aportar dinero: -toma Paris, para el niño.-
El día fue soleado y los augurios presagiaban lo mejor, así fue, lleno total, aforo completo. Crónica aquí.
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