Todos somos Gabo, todos somos Macondo
Hoy se cumple un año del día en el que la creación literaria perdió a uno de sus hijos predilectos: Gabriel García Márquez. Nobel de literatura y autor de 'Cien años de soledad'
Mi amigo Jean François Fogel me explicaba una vez el término “purgatorio” que se usa en Francia referido a los escritores: a la muerte de uno de ellos, se dice, se le abren las puertas del purgatorio donde debe aguardar por su suerte futura, hasta que pasado un tiempo prudencial es trasladado al infierno, que es el olvido, o a la gloria, que es la inmortalidad.
Esta máxima parte del supuesto de que, mientras el escritor permanece en el purgatorio, sus libros dejan de venderse o se venden menos, porque ya no se espera nada nuevo él. Luego, en un plazo no determinado, alguien viene a descubrirlo otra vez, o alguna circunstancia hace que su nombre brille de nuevo, y entonces puede ser que quede instalado en los estantes de las librerías como un clásico. Nota aquí.
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