El cumpleaños más concurrido de la historia del rock
Más de dos mil personas y un puñado de músicos notables acompañaron la celebración de la música del Flaco. Javier Malosetti fue el maestro de ceremonia de un encuentro emotivo pero sin nostalgia, en tanto encarnó la vigencia de un arte sin tiempo.
Se anunciaba a las siete pm y terminó empezando ocho y cuarto, con el sol en baja y la única industria nacional en alza (la cerveza) en manos de una multitud. O en una multitud de manos que, entre ambas franjas horarias, aplaude y amaga cantitos a la espera de ellos, y de él. El, es –claro– Luis Alberto Spinetta, el enorme músico argentino que estaría cumpliendo 68 años, si los fueyes no le hubiesen jugado una mala pasada hace casi seis. Ellos son todos los que no olvidan ni perdonan. No olvidan sus canciones, su magia, su materializada intención de buscar la belleza para encontrar la del otro, sus hechizantes melodías, sus poesías dignas de un nigromante de la palabra. Y lo que no perdonan es que alguien se lo haya arrebatado tan temprano. No lo perdonan ni ellos, los que van a tocar, ni las dos mil trescientas personas que revientan el patio abierto del Konex. Mucho calor. Mucho sudor, entonces. Y un tema de Led Zeppelin que suena fuerte para matizar la espera: “Since I`ve Been Loving You” (“Desde que te amé”). Tal vez haya quien recuerde cuándo fue la primera vez que amó al Flaco. Puede ser, si es de los más jóvenes (que los hay y muchos) que haya sido al momento de escuchar “Fuga”, aquella tardía e introspectiva gema a capella que hoy retoman dos de sus adláteres principales (Claudio Cardone y el Juan Carlos Fontana, el “Mono”) para sumar un colchón de teclas sobre una voz que da pistas de su eternidad: “A mí dejame bajo el mar / donde la luz se precipitó / en la ironía… de mi alma”. Nota aquí.
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