domingo, agosto 12, 2018

María Guivernau

AGRIDULCE 

Hinchada la lengua
por los mordiscos de silencio.
Nublada la vista 
intentando discernir realidad
entre tanto disfraz.
Gélido el pecho
alojado a la intemperie
de los abrazos en falso.
Seca la garganta
de gritar palabras
al desierto de los oídos sordos.
Entumecidos los dedos,
expertos costureros
de las decepciones
que reabren heridas.
Vivos los sueños,
al menos,
alimentando el caudal de las venas,
desterrando la tristeza.
Despierta la ilusión,
siempre,
renaciendo de mil formas
como sol alumbrando
cada nuevo amanecer.


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