sábado, octubre 02, 2021

Quique González

 En lo profundo del valle con Quique González

De marcado carácter existencialista, el nuevo disco del músico supone un viaje al alma de un artista que, condicionado por el entorno de los valles pasiegos de Cantabria, busca un lugar nuevo en su vida

La niebla cubre lo alto de las montañas y amenaza lluvia en el valle. Quique González camina despacio y señala al cielo. “No hay luz. Son muchos días así. Quizá demasiados”. Un poco antes, en una sobremesa “sin prisa”, se había parado a reflexionar sobre qué ha sido hasta ahora lo más duro de habitar en Villacarriedo, el pueblo enclavado entre los valles pasiegos de Cantabria al que se fue a vivir desde Madrid hace 17 años. “La falta de luz”, sentenció. “La echas de menos casi todo el año, pero en enero y febrero es muy duro. Se impone una ausencia absoluta de ella”.

La luz es una palabra que planea por todo su nuevo álbum, Sur en el valle, que se ha publicado este viernes 1 de octubre. Se repite varias veces hasta el punto de que, con su particular forma de crear imágenes en las letras, habla de “la luz de la luz del tornado” en la canción Tornado, una especie de nana lúgubre. Esa mirada bien podría ser la del propio González, quien compuso este disco durante el pasado año y medio de pandemia. Lo hizo dentro de su furgoneta GMC Vandura. Aparcada en el jardín boscoso de su casa, se metía dentro de ella para aislarse y componer material nuevo mientras su pareja y su hija de dos años permanecían en el hogar. “Era mi taller. Y la única forma de encontrar cero distracciones”, explica. Dentro de ese trasto con ruedas, veía por las ventanillas el valle. Y, de alguna manera, su propia vida. Las canciones salieron una detrás de otra, movidas por “la intuición”, sin plan ni concepto. Villacarriedo quedaba abajo, en lo hondo del valle, y su mirada observaba un espacio que ha atravesado al músico hasta fundirlo con él.

“Creo que el disco va del paso del tiempo”, confiesa González, quien en apenas un par de semanas cumplirá 48 años. “Pero no da respuestas. Deja interrogaciones”. De marcado carácter existencialista, Sur en el valle supone un viaje al alma de un artista que venía de un álbum compuesto solo con letras del poeta Luis García Montero, la única de sus obras en la que González no escribió ni un verso y que además llegaba tras el parón más largo de su carrera. Ahora, las canciones vuelven a ser suyas y y transitan muchos recovecos emocionales a través de estrofas repletas de escenas y situaciones que necesitan ser encajadas con la complicidad del oyente, casi con su capacidad para descifrar los códigos de un compositor que reconoce que su música es un diálogo consigo mismo y que se siente “muy afortunado” porque hay mucha gente que valora y conecta con ese diálogo. “No es un disco narrativo. Es introspectivo. Donde suceden las cosas es más importante que las historias”. Nota aquí.



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