sábado, noviembre 02, 2024

Mirta Baravalle

 Murió Mirta Baravalle, fundadora de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo

Se fue sin lograr encontrar a su nieto o nieta nacido en cautiverio. Será despedida esta tarde en la Municipalidad de San Martín. 

Jugaban al Scrabble. El que perdía tenía que cebar mate. Esa rutina lúdica se interrumpió en la noche del 27 de agosto de 1976, cuando hombres armados empezaron a saltar desde los techos. Revisaron su casa, buscaban a su marido –que estaba trabajando en el frigorífico. En un momento, pensó que todo había pasado, pero no. Volvieron. Se llevaron a su hija –embarazada de cinco meses– y a su yerno. Desde ese momento y hasta el último de sus días, Mirta Acuña de Baravalle los buscó. Fundadora de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, murió –a sus 99 años– con la esperanza de abrazar a su nieto o nieta.

Ese día, Ana María Baravalle había llegado muy contenta. El médico que la atendía la había felicitado porque el embarazo avanzaba de maravillas. La chica tenía 28 años, estaba terminando la carrera de sociología y trabajaba en el Ministerio de Hacienda. “Era una militante de la vida”, decía su mamá. Estaba casada con Julio César Galizzi.

Cuando secuestraron a Ana María y Julio César, lo primero que hicieron Mirta y su marido, Romildo Baravalle, fue ir a la comisaría de la zona. Después acudieron a la iglesia de Lourdes, en Santos Lugares, para pedir una misa por su pronta aparición. Mirta se sorprendió al escuchar que había otros hombres y mujeres que estaban desaparecidos.

Fue a cuanto lugar pudo: regimientos, comisarías, cárceles. Todos los días se acercaba a la cárcel de Devoto. Logró lo imposible: que la dejaran entrar a Campo de Mayo para preguntar si habían llevado a su yerno –pensaba, en ese entonces, que no podría haber mujeres en esa guarnición. En una de sus tantas idas al Ministerio del Interior se conoció con otras mujeres.

A principios de 1977, salió caminando con otra señora de la Casa de Gobierno. Llegaron hasta un banco de la Plaza de Mayo y se sentaron. La mujer sacó unas agujas y se puso a tejer. “Ahí vienen”, le susurró cuando vio que unos militares se les acercaban. La señora era Azucena Villaflor de De Vincenti.

“Si somos muchos, (Jorge Rafael) Videla”, nos va a tener que dar una respuesta", decía Azucena a Mirta. Así fue que empezaron a convocar a familiares de desaparecidos para reunirse el 30 de abril en la Plaza de Mayo. Mirta fue una de las catorce mujeres que estuvo ese sábado. Nota aquí.



0 comentarios: