Cafetines de Buenos Aires: La Buena Medida y una leyenda tanguera que sobrevuela el inconfundible paisaje de La Boca
El bar que reabrió en 2021 mantiene la tradicional doble puerta de ingreso por la ochava, el revestimiento de madera con espejos biselados, las ventanas guillotinas y el piso calcáreo de los días de su inauguración.
La Boca nació a la par de la fundación de Buenos Aires. Me refiero a la primera. La que no prosperó. Historiadores de la ciudad dan por sentado que el adelantado Pedro de Mendoza recaló en sus costas en 1536. Años más tarde, a partir de la segunda y definitiva fundación a manos de Juan de Garay, el Riachuelo fue utilizado como puerto natural de la aldea. A los márgenes de su cauce fueron instalándose frigoríficos, saladeros, usinas, astilleros, carpinterías y almacenes navales. La Boca fue testigo presencial del desarrollo de la nación. También fue reflejo de las profundas crisis. Sus esquinas se poblaron de bares y cafés. Hoy vengo a contar uno que integra el listado oficial de Bares Notables. Se trata de La Buena Medida, inaugurado en 1905 en la esquina de Suárez y Caboto.
La Buena Medida queda frente a la Plaza Solís, la primera del barrio y creada en 1894. Mítico espacio verde donde en abril de 1905 nació el Club Atlético Boca Juniors. Es decir, en simultáneo con La Buena Medida. Pavada de capital simbólico para este boliche que, en sus inicios, abrió como almacén-bar. Me animo a inferir que el nombre se debe a los años cuando todo se vendía suelto y por peso.
Ese rincón de La Boca sirvió de escenario a varias películas. En 1969, Palito Ortega junto a Juan Carlos Altavista, Javier Portales y varios otros, hicieron de la esquina, plaza y boliche su lugar en el mundo para el film Los muchachos de mi barrio. Las imágenes pueden encontrarse en youtube aunque no son de buena calidad. Pero en 2002, La Buena Medida se vistió de tenebroso reducto del hampa y parroquianos lúmpenes. En El oso rojo de Adrián Caetano, Juilo Chávez junto al ilusionista René Lavand, compartieron varias escenas. En una en particular, Julio Chávez se cubre de los tiros en una ancha columna que hoy se encuentra en el medio del salón y que formó parte de la pared que dividió al almacén del despacho de bebidas original hasta que fue adquirido en 1972 por Ángel “Bebe” Schiavone responsable de unificar ambos ambientes en uno solo, tal como lo conocemos hoy.
La administración del Bebe Schiavone la continuó Antonio “Toni”, su hijo, hasta que la caída de la actividad comercial en la zona lo llevó a cerrar el boliche en el año 2018. La Buena Medida mantuvo las persianas bajas un largo tiempo. Y cuando parecía que su cierre definitivo estaba decretado vino a salvarlo un muchacho del barrio, como en el mencionado film dirigido por Enrique Carreras. Nota aquí.
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