miércoles, diciembre 18, 2024

Remo Bianchedi

Remo Bianchedi, el artista que inventó otro sistema para desafiar al establishment

Como discípulo del artista alemán Joseph Beuys, estaba convencido de que todo hombre es artista. El desacato fue su forma de irreverencia y rebeldía. El autor del libro de poemas En Rimbaud Tilcara construyó otros circuitos de exposición y ventas desde la autogestión.

intar, escribir, respirar. El pretérito es una manera de comenzar, el preludio de una vida que se apaga. El artista plástico y poeta que comprendía que tenía que despojarse para encontrarse en una existencia silenciosa que armonizara con las leyes y la música de la naturaleza era un compañero que compartía el pan de la palabra en el camino. Como discípulo del artista alemán Joseph Beuys (1921-1986), estaba convencido de que todo hombre es artista. El desacato fue su forma de irreverencia y rebeldía, el humus que le permitió burlarse del establishment artístico para inventarse otro sistema, donde vida y arte van de la mano, y construir otros circuitos de exposición y ventas desde la autogestión. Murió Remo Bianchedi a los 74 años, en Cruz Chica, las sierras de Córdoba que fueron su lugar en el mundo, la geografía que eligió en 1989 para poner en pausa al nómade que se alimentó de las experiencias vitales en Perú, Jujuy, Alemania y España, entre otros sitios donde vivió.

Escritura y vida

Bianchedi –que nació el 21 de mayo de 1950, en Buenos Aires- estuvo en Yarinacocha, Perú, entre 1967 y 1968. Luego de su experiencia amazónica, militó en la Juventud Peronista y residió en la provincia de Jujuy hasta 1976, año en que decidió exiliarse, y recibió la beca Albrecht Dürer para estudiar diseño gráfico y comunicación visual en la Escuela Superior de Artes de Kassel, Alemania. Allí tuvo como maestro a Joseph Beuys. Entre 1981 y 1982 vivió en Madrid, donde trabajó como maestro del Taller de Litografía del Grupo 15. En 1983, con el retorno de la democracia, regresó a Buenos Aires. La escritura no fue un cuerpo extraño en su vida, algo que apareció tarde. Al contrario, desde temprano su más fiel compañero fueron los cuadernos en los que registraba y volcaba sus anotaciones. Sus poemas aparecieron en revistas literarias aun antes de que expusiera como artista plástico; publicó Max y la bestia, El regreso del señor Lafuente, Vidas célibes, Yo no es otro y En Rimbaud Tilcara. Nota aquí.



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