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e vendieron todos los ejemplares que tenía la librería, incluso alguno y alguna lo tendrá que conseguir más adelante, y fue una gran noticia. Pero lo verdaderamente importante fue el cariño que sentí ayer por la tarde, en la presentación de Contra el olvido, mi libro de memorias. Pura emoción, un acto de gran emotividad. Ahora me toca mostrar mi agradecimiento, desde luego al Ateneo La Maliciosa, muy especialmente a Rocío, cuya colaboración resultó impagable, y a mi amigo Pampa (Pablo Adrián Rodríguez), cuya gestión nos permitió hacer allí el acto.
Naturalmente, a mis presentadores: Juan Cabrera Padilla, Cristina Buhigas y Valentin Martin. A los tres les debo su personal visión del libro, y su amistad, que va de largo en el caso de Juan, que es muy intensa a pesar de ser reciente, de Valentín, e intuitiva en el caso de Cristina. Las palabras de Valentín, que están en otra entrada, las releo una y otra vez para seguir emocionado. Siempre la entrañable Teresa Delgado Sánchez, la inapreciable sombra de Valentín.
Luis Farnox no pudo llegar, yo le pedí que no lo hiciera porque circunstancias familiares se lo impedían aunque estaba dispuesto a estar como fuera. Le sigo queriendo igual, o más, grande mi Luis.
Sí hubo otro Luis, un mago que hizo las delicias del respetable. Fue genial ese juego en que jugaba con mi libro, espero que lo repita mañana en Collado Mediano, es insuperable. Gracias, querido Luis Boyano, por tu magia y tu sentimiento.
Fue una felicidad que una representación de mi familia mexicana estuviera estos días en Madrid y se acercaran para estar a mi lado (Rocio Gutierrez Gonzalez, Jackie, Mariana Somonte, Quique), de mi familia de aquí (Luis Jiménez Miralles, Rafael María Claudín, Moni Glez. Que estuviera mi amiga más antigua, con quien sigo compartiendo un cariño muy especial, mi querida Lola Guado y hasta mis amigos más recientes, pero con los que he conectado como si fueran hermanos (los escritores cubanos La Piedra Lunar (Lorenzo Lagunar, al que leí hace ya muchos años, y Rebeca Murga, a la que estoy leyendo ahora). Y entre medias, un buen puñado de gente igualmente querida: Manu Clavijo, Marta Plumilla, Carlos Avila (que desapareció sin que le pudiera invitar a que cantara un tema, aunque al final no hubiera sido posible, por que el tiempo se nos echó encima) y Andrés Sudón (que nos regaló un par de sus temazos y me dirigió unas palabras bien tiernas), en representación de esa canción de autor que siempre me ha importado. Gonza Benito, admirable periodista, como mi compañero y amigo Miguel Ángel Del Arco, de mi generación. Daniel Cabrera Navarro vino con su hijita, pero tuvo que desaparecer por eso mismo, pero ahí estuvo. Carmen Esbrí y Juanjo Delapeña, ambos, además de otros "conocimientos" colaboradores de un proyecto mío como fue Ágora15 y al que le he dedicado demasiado poca atención en las memorias, Juanjo como fotógrafo oficial. Javier Garcia-Pelayo, que me alegró verle aparecer por allí. Naturalmente no podía faltar María Embid, cuyas fotos son las que acompañan esta nota, ni mi colega escritor Gabriel Monte Vado, ambos con novelas recientes, La muerte de la abeja reina, de María, y Falsa Bandera, de Gabriel. Siempre cerca igualmente Nuria Pérez Díaz y Antonio Calero, dándome ese calorcillo de amigos, igual que Paloma Heredero y JuanPe.
Nuevos lectores y lectoras, que no conocía, como Ana Montojo, a quien mi querido Félix Maraña le dice un poema que yo recojo en el libro.
Igualmente tengo que agradecer a quienes tuvieron la decisión de acudir pero por inconvenientes de última hora no pudieron, y además se justificaron, ¡ya habrá ocasión de encontrarnos!
Y seguro que me he olvidado de ti, pero no es mala leche, es que no te sitúo ayer, sigo peleando contra el olvido, desde luego si así ha sido no es un olvido voluntario, es que yo andaba histérico afrontando la presentación de un libro muy especial, nada que ver con presentaciones de tantos otros anteriores.
Y ahora voy a escuchar al Presidente del Gobierno, porque me duele profundamente España, me dolía y cada vez me duele más.
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