lunes, julio 07, 2025

Quique González

 Quique González en las Noches del Botánico: la insobornable integridad del eterno músico de guardia

El compositor e intérprete madrileño se entrega a su parroquia fiel en un concierto desbordante de matices, gusto y verdad.

Más información: Ángel Stanich, el "cantautor serio en cuerpo de 'pachacho'" que nos trajo amor a las Noches del Botánico.

Reencontrarse con Quique González (Madrid, 1973) es como ver a un viejo amigo después de un largo tiempo. Pongamos que hace mucho que no habláis (que no escuchas su voz), que no estás del todo al tanto de los hitos más recientes de su vida (de su trayectoria). Sin embargo, nada ha cambiado desde entonces. Lo encuentras como siempre, con la autenticidad intacta. La vida nos lleva por caminos raros, pero ha vuelto para contarte su historia, sus inquietudes, sus deseos, con idéntica complicidad que antaño. Seguís siendo los mismos, como cuando erais reyes.

Pongamos que el reencuentro entre amigos, el verdadero, lo motiva un concierto de Quique González. En las Noches del Botánico, el del Jardín de la Complutense, cuando el calor persistente del pegajoso verano en la capital concede una modesta tregua..

Tras el aperitivo junto a Ángel Stanich, que descorchó la tarde del viernes invitando al artista de la noche –interpretaron juntos Chevy 57, primer tema de su actuación–, el autor de Aunque tú no lo sepas se presentó ante su parroquia de fieles con puntualidad taurina. Sus acólitos están al tanto de esta pulcritud, de modo que a las 22 horas no quedaba un asiento en la grada ni cabía un alfiler en la pista. Apareció en escena con la banda, como uno más y despojado de ego, pese a ser uno de los compositores más respetados del país.

Estamos delante de un tipo que escribe canciones en una furgoneta aparcada en el jardín de su casa de los Valles Pasiegos de Cantabria, adonde se marchó años después de publicar un manifiesto, Peleando a la contra, en el que hablaba de hacer su "propio camino", de ser "coherente" con sus convicciones, por más que eso implicara dar la espalda a quienes manejan el cotarro de una industria voraz. Un manifiesto que es la Biblia para los músicos íntegros, firmado por un artesano de canciones al que le hubiera gustado que en sus inicios le aconsejaran: "No te fíes de ese mánager".

Comprenderá, por tanto, el lector que no siga sus pasos, y sin embargo haya llegado hasta aquí, que su catadura moral comprende desafíos como el de interpretar un repertorio radicalmente distinto en cada concierto. Pocos seguidores de Quique González pueden vaticinar las canciones que van a escuchar cuando acuden a verlo. Esta vez arrancó con Detectives, del álbum Me mata si me necesitas. "Sube el volumen y la intensidad", escuchamos, y el verso se torna en plegaria para quienes consideramos que un sonido tan limpio, tan exquisito, merece mayor dimensión acústica. Nota aquí.



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