Las increíbles Navidades de Raúl Cimas (un cuento con milagro incluido)
El protagonista de ‘Poquita fe’ se tira al monte. El humorista crea para ‘El País Semanal’ un personaje que huye de su familia para celebrar las fiestas “como un auténtico Mountain Man”
Hay una manera muy convencional de arrancar una entrevista. Generalmente empieza en el lobby del hotel o en la cafetería donde el periodista espera al personaje de turno. Describe su entrada, su atuendo brevemente, sobre todo su talante, si se nota que no ha dormido, si está de buen humor, o si parece harto de hacer entrevistas que empiezan todas igual… Esta no. Esta empieza con un graznido.
—¡Aj, aj, aj, aj, aj, aj! No se dice graznido, se dice reclamo, ajeo o serrar. Graznar, grazna el cuervo, grazna el grajo y grazna mi cuñado cuando duerme boca abajo —dice Raúl Cimas.
Acuclillado, con todo lo grande que es, el cómico trata de comunicarse con una bandada de perdices. Hemos seguido su ubicación hasta un bosque inhóspito de pinos carrascos y jara, en lo alto de una serranía castellanomanchega. Pide que no concretemos más, estas Navidades está escondiéndose de su familia.
—Soy una persona de firmes convicciones navideñas. Tengo el espíritu navideño incrustado muy adentro mío y eso, a la larga, ha terminado por congelarme el corazón. No quiero ver a nadie. Márchense —dice, frunciendo el ceño y suplicando con los ojos.
Acto seguido, como si lo tuviesen preparado, las perdices huyen torpemente en una dirección y él sale disparado, y con andares parecidos, en la contraria. Se refugia en una cabaña cercana con un portazo que casi tira la festiva corona que adorna la entrada. Tras mucho tocar en la puerta y tratar de convencerle desde el otro lado para que nos haga caso, damos con algo que consigue derretir un poco ese corazón helado del que habla.
—Perdone, pero no parece este el proceder de alguien con “firmes convicciones navideñas”…
Por fin asoma para responder y reivindicarse.
—¡Sí que lo soy! Cada vez que tengo un momento a solas, mi mente se embelesa y me guía por un crisol de imágenes pascuales. Lo mismo me viene a la mente un niño mellado sonriendo al cielo estrellado que un pueblo nevado en el que de repente cambia el foco a una gota de escarcha que se desprende de la rama de un pino que estaba en primer plano… Imágenes reconfortantes que me llenan el alma de candor y que poco o nada tienen que ver con lo que yo vivo año tras año con mi familia. Nota aquí.

0 comentarios:
Publicar un comentario