miércoles, junio 29, 2022

Ana Montojo

 LAS DOS ESPAÑAS

Se conocieron en un bar de barrio
con tragaperras y fotos del Atleti
y entre café y café se contaron sus vidas.
Él le hablaba de hambre, de cárcel y de muerte,
de torturas y exilios, de libertad robada,
de odio, de injusticia;
y ella, a su vez, su historia de niña de derechas
-nadie le dio a elegir dónde nacer-
que creció con la copla esa de que en España
se quemaban iglesias y se mataban curas
hasta que vino aquél a poner orden.
-Verás, yo es que no tengo
ningún muerto enterrado en las cunetas
ni presos, ni mujeres con el pelo rapado,
aunque sí fusilados que llorar en las tapias
de ciertos cementerios; si quisieras,
mezclaría mi llanto con el tuyo
porque es el mismo llanto y es de todos.
Y me declararía apátrida contigo
en la exclusiva patria de tu cuerpo
para no besar nunca otra bandera
que la que ondea dentro de tu boca.



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