miércoles, abril 08, 2020

Benjamín Prado

Los asesinos de la tercera edad

“Quien cree que vales lo que puedas pagar, ese es tu enemigo.”
En su libro Ya la sombraFelipe Benítez Reyes publicó un poema titulado Residencia de ancianos, donde hay versos hermosos y terribles que hablan de “una condensación de tiempo inerte”, “un olor a pasado y a morfina”, “los ojos que no miran lo que miran”, “el miedo que recorre los pasillos”, “el tiempo que ha dejado de ser vida”… Lo publicó en 2018, pero hoy, por desgracia, ha cobrado una actualidad dolorosa, cuando el huracán del coronavirus ha abierto las puertas de los geriátricos y lo que se sospechaba pero no se quería dejar ver se ha visto: que en muchos casos, esos centros no existen para cuidar a los mayores, sino para librarse de ellos; que en una parte de ellos los maltratan; que son un negocio cruel y en alza, dado el crecimiento de la esperanza de vida en el mundo y especialmente en España, que es un paraíso de la tercera edad; y sobre todo, que expresan como pocas cosas la inmoralidad y la bajeza de nuestras sociedades, que en lugar de ver en la experiencia un grado y respetar a los más viejos como lo han hecho todas las sociedades inteligentes, sólo ven en los ancianos a personas inútiles, prescindibles, onerosas porque ya están fuera del mercado, gastan y no producen. Cada tanto, aparece una o un ministro para afirmar que el sistema no puede soportar la carga de las pensiones, lo cual, dicho en plata, deja entrever un reproche: esa gente se empeña en no morirse, incrementa el gasto farmacéutico, su jubilación es cara. Entre otras cosas, eso que se callan, pero piensan e insinúan en sus discursos, ese argumento demuestra la idea que tienen del sentido de los impuestos y el del trabajo, al plantear las prestaciones como una limosna, en lugar de como un derecho que se ha ganado la gente con sus años de cotización. No les regalan nada, sólo les devuelven una parte de lo que han dado. Nota aquí.

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