miércoles, abril 29, 2020

María Guivernau

VARADA

Fuiste,
sin planearlo,
destino de mi huida a ninguna parte.
Inyección de calma
en mi carne convulsa,
metadona de sol
en mi adicción al cielo nocturno,
red de un vacío sin fondo
por el que se precipitaban mis días.
Fuiste cortavientos
en el huracán de mis pasos de baile,
realidad alzándose a gritos
en mitad del silencio de centenares de cuentos,
espejo en forma de ojos limpios,
capaces de convencer
a parpadeos.
Fuiste el fin del miedo
y el comienzo del reencuentro.
Eres la costa donde quedé varada
la última vez que salí a navegar
y, desde entonces,
el abrazo de tu playa
no me deja volver a zarpar del todo.
(Foto: mar Cantábrico desde los Bufones de Pría)



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