domingo, noviembre 15, 2020

Pereza

 Las 10 de… Pereza

Gatas y gatos anduvimos colgados de Rubén y Leiva. Rock del foro y orgullo generacional: un símbolo del nuevo siglo.

Rubén Pozo y José Miguel Conejo. Lo más rocanrol de por aquí. Alameda de Osuna, un barrio en teoría periférico y modosito, como epicentro del rollo. Era ahí donde había que estar. Leiva y Rubén: tal para cual. Tándem paradigmático de nuestra escena urbana, uña y carne hasta que dejaron de serlo. Pero mientras duró, duró. Y mereció mucho la pena.

Les bastó una década para dejar una huella imborrable entre la chavalada, pero también los que peinaban canas acabaron reconociéndoles legitimidad y galones. Fueron solo diez años, de 2001 a 2011. Cinco discos de estudio más algún recopilatorio. Rubén venía de liderar Buenas Noches Rose. Leiva fue admirador, pupilo, alumno aventajado, correligionario y, en último extremo, acaparador de focos. Un final algo amargo, pero consabido: celos, recelos, colisiones de talantes y talentos. Suspicacias. La vida misma. A fin de cuentas: puro rock. Nota aquí.



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