Ricard Miralles, el pianista que quiso ser Beethoven
Mientras estudiaba en el conservatorio este pianista nunca pensó que dedicaría gran parte de su vida a acompañar a Joan Manuel Serrat en los escenarios.
Mientras estudiaba en el Conservatorio Superior de Barcelona el pianista Ricard Miralles nunca pensó que dedicaría gran parte de su vida a acompañar a Joan Manuel Serrat en los escenarios de medio mundo. Con 15 años solo quería llegar a ser Beethoven, bromea desde su casa en Madrid.
Aunque por entonces, Miralles (Barcelona, 1944) soñaba con ser concertista, también se sentía atraído por el jazz, frecuentaba locales como el Jamboree Jazz Club de Barcelona y admiraba al gran Tete Montoliú. Al volver del servicio militar, se incorpora como director musical de Discophon, una discográfica modesta, casi familiar, que, sin embargo, tiene en su catálogo a figuras tan importantes en esa época como Antonio Machín, Peret o José Guardiola.
En el verano de 1968 acude a una actuación de Joan Manuel Serrat en la Costa Brava, no recuerda bien el sitio. Al Noi de Poble Sec, que acababa de verse envuelto en la polémica por su renuncia a participar en Eurovisión, lo acompaña al piano Montoliú. En el camerino, Tete comenta que quiere dedicarse exclusivamente al jazz. El representante de Serrat mira a Miralles y le pregunta si quiere sustituirle.
“Así empezamos a colaborar. Como soy free-lance, puedo decir que Serrat ha sido mi mejor cliente, el artista al que más he acompañado. Dicen que yo le he dado un sonido peculiar a su obra, pero él ha trabajado con otros músicos, ha hecho muchos discos, una personalidad tan importante como la suya queda bastante al margen del traje que le pongan encima”, explica Miralles. Nota aquí.
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