martes, junio 22, 2021

Ana Montojo

 NUEVA NORMALIDAD (O ASÍ)

Hoy han vuelto a sonar en el bar de aquí abajo
los ritmos caribeños, con envidia
los miro y los escucho,
en esta hermosa noche de verano
que renace la vida.
Es un pequeño bar en donde se reúnen
las mujeres que limpian nuestras casas,
que acompañan ancianos,
las cajeras del súper que preguntan
-con sonrisa prevista en el contrato-
tarjeta o efectivo a un cliente tras otro,
y los hombres que cuidan nuestros parques,
que abren zanjas –quién sabe con qué fines-
rompiendo el pavimento bajo el sol implacable.
Hoy se ha abierto su bar y han olvidado el miedo,
oigo sus carcajadas, sus bromas insinuantes.
Hoy han vuelto a bailar como antes del desastre,
quién puede reprocharles que se abracen,
que muevan sus caderas, que se besen,
que beban y que sueñen que son libres.
Quién puede poner puertas al río de la sangre.
Esto no se ha acabado, nos dicen en la tele,
cautela, precaución, distancia, mascarillas,
pero ahí está la vida reclamando lo suyo.
Yo me voy a la cama pensando que no puedo
ir a ver a mi nieta, me protegen,
soy población de riesgo, por lo visto.
Sin embargo podría entrar al bar de abajo
a tomarme tres copas, marcarme una bachata
e intercambiar tristezas y sudores
con un desconocido que también esté solo.
La vida es una puta contradicción.
Y es más fuerte que el miedo y que la muerte.



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