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Bueno, compas, en unos días estará en la calle mi último libro de poemas “El frío de los días. Viejos Tangos encontrados en una maleta”, publicado por Hoy es Siempre Ediciones.
LLeva un hermoso prólogo de José María Sanz, Loquillo que me ha abierto las puertas de su amistad.
Esta es la portada. Iremos informando. Es un libro que en buena medida recoge recuerdos de niñez y juventud y, claro, esa nostalgia de los amores que fueron.
Uno de sus poemas:
Miedos antiguos
Cuando yo era muy niño tenía miedo
a la guardia civil y autoridades.
Con canas en el alma, tengo ahora
esos miedos de entonces. No he podido
librarme de temores heredados.
El miedo de mi padre a la pareja,
la arrogancia de camisas y de flechas
que pasaban invictas por la calle,
La misa obligatoria los domingos.
Y el dolor de los muertos silenciado.
Esos años oscuros y difíciles.
Y la casa cuartel que procurábamos
evitar por si acaso. Los tricornios
como una calavera de charol.
Tinta negra cruzándoles el ceño.
Abrían procesiones y asustaban
a pobres mendicantes y gitanos.
Naranjero terciado y el capote
de pájaro sombrío por los hombros.
(A las órdenes de usted, señor alcalde)
Las palizas con la picha de toro
en la oscura soledad del cuartelillo.
El temor a quien sabe y a qué cosas
cuando se recortaba su figura
en el azul caliente del verano.
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