La vida. Un instante
Cuando me vaya, cuando ya no escuches
mis pasos por las calles y mi nombre
sea tan solo un sonido en lo lejano,
sin carne y sangre viva y ya sin rostro.
Cuando te roce mi cuerpo en las esquinas
de aquellas ciudades que amé tanto.
Cuando en las noches agrias de mal vino
te pares un instante por mi sombra.
Cuando en la soledad de cualquier cine
recuerdes que allí mismo nos besamos
y que lloramos juntos mientras Bogart
se marchaba en la niebla en blanco y negro.
Cuando en aquellos bares del pecado
haya alguien que brinde por mi ausencia
y tú no sepas ya ni emborracharte
ni esperes madrugadas y relámpagos.
Cuando la vida, como un árbol sin pájaros,
te venza en la tormenta y el camino
te lleve al corazón de las tinieblas,
a ese río sin nombre y sin orillas.
Cuando todo te pase, y la maldita
soledad se te clave como un grito,
será todo añoranza, miedo al frío
del tiempo que ha arrastrado el calendario.
No seré nunca más aquel que un día
buscó tu corazón en el desierto.
Seré yo polvo ni siquiera enamorado.
Sólo polvo perdido en la memoria.
(La vida es un destello
fugaz y deslumbrante).
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