Sol de invierno
Este sol del invierno como gloria bendita.
Y muy cerca las guerras y la muerte y la sangre.
Este dolor de niños, este dolor del hombre,
Me acaricia la luz, tan dorada y tan cálida,
cuando el frío se empieza a colar por la puerta.
Y miro la urraca saltando entre los tiestos
como si fuera el triste heraldo del invierno.
Poco puedo contaros, amigos que estáis lejos.
No hay muchas novedades en esta vida yerta.
Me levanto temprano esperando que el día
transcurra lento y suave, sin sobresalto alguno.
Releo algunos libros que aún amo sobre todos:
La Isla del Tesoro, Moby Dick, los poemas
de Kavafis, el Museo de Cera, o relatos
de viajeros en tierras que no están en los mapas.
Recuerdo. Los recuerdos son lazos que nos atan
al tiempo en el que fuimos iguales a los dioses.
Y esos días de gloria. Los amigos, las noches,
los hoteles que dieron refugio a las pasiones.
Y los viejos amores que son brisa, tan solo
una niebla fugaz que se deshace apenas
en estos días fríos en que vuelvo -y ya siempre-
a ser el niño aquel que soñaba con nubes.
(Este sol que me salva del dolor del olvido)
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