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Pateras de París
Echar la culpa a las lluvias del deterioro del río Sena son ganas de vendernos el relato definitivo, que está escrito desde antes de comenzar los Juegos Olímpicos en los despachos del poder: suceda lo que suceda, lo de París tiene que ser un éxito, pero no se dice para quién. Ese río lo ha contaminado el poder. Y no deja de tener su parábola que en la inauguración metieran en pateras a los deportistas, como si cruzasen el Estrecho de Gibraltar.
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