UN AÑO
Por raro que parezca ha pasado ya un año
y lo tengo tan fresco, tan reciente
como en aquella fecha maldita en que te fuiste.
que debo pasar página
pero eso es imposible
porque no he terminado de leerla,
igual que algunos libros que no entiendo
y vuelvo siempre sobre el mismo párrafo
sin lograr comprenderlo una vez y otra y otra.
No sé si lloro en sueños, la congoja
con la que me despierto cada día
ha debido fraguarse a mis espaldas
mientras duermo forrada de pastillas.
Te juro que lo intento,
que hago lo de siempre,
me pongo el desayuno con la radio
escuchando el horror de las noticias.
Y de golpe un mordisco me sacude
cuando menos lo espero
y el llanto se desborda por mis ojos.
Yo sé que no es por Gaza
ni por la podredumbre que ha invadido
la conciencia del mundo. Todo eso
sería suficiente para llorar a gritos;
pero este dolor no me llega de fuera,
está dentro de mí
desde que entró en mi pecho
el día veintitrés, hace hoy un año.
No puedo pasar página,
hacer como si nunca,
vivir como si nada.
No te puedo ni quiero
borrar de mi memoria,
me duele que la vida haya seguido igual,
que nazcan niños,
que la gente se ame,
que llueva o haga sol según los días.
Que sepas, vida mía, que tus hijos
han pasado este año tan terrible
con una sorprendente madurez.
Que han seguido estudiando,
que sacan buenas notas,
que tienen grandes planes,
novios, amigos, vida,
a pesar del vacío que dejaste.
Ellos, a fin de cuentas,
son lo único que importa.
Lo mío no, lo mío es solo mío
y sé que es para siempre.
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