Padre, nuestro?
Tu, que, vigilante, colapsas la energía en materia,
Tu, que nos apuñalas con el libre alvedrío,
Tu, que hablaste firme con los bíblicos,
Porque también se padece al este del Edén,
Se grita como Munch,
Y, como Alfonsina, se llora.
Perdona que te trate de tu,
Pues de mi generosidad nace tu existencia,
Y, aún de la casta de Caín, dicen que también,
Gracias a ti,
Existo.
Por eso necesito que me hables ahora
Que mis ojos arden,
Y solo atisbo rascacielos, terrazas y vacíos.
Lapídame con granizo,
Con lava ardiente escúpeme,
Pero que lleve tu firma para, al menos, saber,
Que algo tiene sentido.
0 comentarios:
Publicar un comentario