“En un momento determinado aprendí a poner límites, y esto no gustó”
La excantante de La Oreja de Van Gogh lanza su primera canción en solitario, un ajuste de cuentas titulado ‘Mi nombre’, y cuenta a EL PAÍS los pormenores de su salida del grupo.
Leire Martínez (Rentería, Guipúzcoa, 45 años) todavía tiene activo en su teléfono móvil un chat llamado ‘LODVG’ (La Oreja de Van Gogh). Lo forman los que fueron de 2008 a 2024 los cinco componentes del grupo de San Sebastián. Ella ni se ha salido de ese chat, ni la han echado. Permanece sin mensajes desde el 14 de octubre de 2024, fecha en la que se hizo público un comunicado donde se prescindía de sus servicios en el grupo donostiarra, donde ejercía de cantante. 17 años ventilados en 11 líneas. Han pasado seis meses de aquello, un frenesí mediático como pocas veces se ha vivido en el pop español, y la artista retoma su vida musical con la canción Mi nombre (en todas las plataformas este viernes 11), un ajuste de cuentas en toda regla donde canta: “Rompiste todo cuando casi estaba perfecto. / Nunca fui tuya, búscate a alguien que me sustituya”. El tema es el adelanto de lo que en unos meses será su primer álbum en solitario. Leire lleva el pelo de color pelirrojo fuego, se muestra tranquila y amable, y habla lentamente, realizando pausas para pensar las respuestas. La cita es en Madrid. Queda por delante una hora y media de charla.
Pregunta. Su salida de La Oreja de Van Gogh se comunicó el 14 de octubre de 2024 y provocó, por llamarlo suavemente, muchos malentendidos. La gestión de esta ruptura fue claramente mejorable. ¿Cómo lo hubiera hecho usted?
Respuesta. Yo hubiera terminado el ciclo de otra manera. Creo que todos nos merecíamos un cierre mejor. Las historias empiezan y a veces acaban y no pasa nada. Pero creo que la forma de cerrar esa etapa marca las cosas de cara al futuro.
P. ¿Cómo la hubiera cerrado usted?
R. Me hubiera gustado despedirme de la gente, del grupo… Nos debíamos eso los unos a los otros después de 17 años. No sé, un último disco, una última gira, un último concierto… Una despedida desde un lenguaje musical. Por qué no festejarlo.
P. ¿Por qué no se hizo así?
R. Si le soy sincera, no lo sé. Porque yo no decidí.
P. ¿Es normal que un grupo integrado por cinco personas tome decisiones importantes excluyendo a una de ellas, la cantante en este caso, la que da la cara en el escenario?
R. Yo entiendo que no es normal. Pero a veces las formas de trabajar de un grupo van cambiando y se van adaptando a las circunstancias. Yo llego a un grupo que ya está creado, donde hay una forma determinada de funcionar. Y yo entro y respeto lo que hay. Hasta que dejé de respetarlo… Cuando entré no puse límites, pero en un momento determinado aprendí a ponerlos, y esto no gustó. Yo entiendo que esto no gustara, porque no estaban acostumbrados. ¿Esto es culpa de alguien? No, pero eso hace que se rompan las relaciones. Qué ha detonado todo esto: un cúmulo de cosas. No entendíamos el grupo de la misma manera.
P. “Queremos anunciar que las trayectorias profesionales de Leire y La Oreja de Van Gogh seguirán caminos separados”. Eso dice el comunicado. Según está redactado, parece incluso que usted no era La Oreja de Van Gogh.
R. Yo he sentido que era parte del proyecto y he creído que teníamos algo chulo, interesante y potente. Luego cada uno tiene sus cosas, pero se puede convivir en la diversidad y llegar a acuerdos. Yo he creído hasta el último día en el proyecto.
P. Parece que era algo desigual: cuatro contra una.
R. No siempre fue así, pero en algunos momentos sí ha sido así. Pero lo entendía, porque me incorporé a la banda con la maquinaria en marcha, cuando ya se habían tomado muchas decisiones. Así que existían ya roles establecidos. Y a mí nunca me gusta imponerme. Siempre me gusta compartir mi opinión, pero no convivo bien con las imposiciones. Esto no es sobre buenos y malos, y no me siento cómoda ahí. Los cinco somos responsables y hemos tenido que ver en lo bueno y en lo malo que haya pasado. Y eso se llama convivencia. Nota aquí.
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