lunes, abril 14, 2025

Rodolfo Serrano

 Los viejos poetas

y a los viejos locos
que se empeñan en
seguir escribiendo versos
Somos ya cuatro viejos que escriben poesía.
Cuatro viejos cansados en su última trinchera.
De espaldas a la vida. Camino de la noche.
Guardianes de palabras que perdieron sus ecos.
Ya ves, Manuel, ya ves. El mundo es muy estrecho
y cada vez tan corto que apenas si conserva
ese aliento que un día nos incendió la carne
y vistió nuestro verso con luz de paraíso.
No sé por qué seguimos como el agua de lluvia,
mansamente, despacio, dejando tenue huella
en la piedra. Sabemos que perdimos el canto
cuando el mundo se hizo más oscuro y más frío.
Y miramos, Manuel, este extraño vacío
que es ahora la vida, sin poder entenderla.
Escribiendo poemas que se llevan las sombras,
en un empeño inútil de salvar la palabra.
Son tan lentos los días, mi querido poeta,
que hemos perdido ya reloj y calendarios,
Incluso nuestra sangre late lenta y a saltos,
mecánico y fugaz golpe suave en el pecho.
Te confieso, Manuel, que alguna, muchas veces,
cuando llega la tarde y me envuelven los miedos,
me viene la tristeza y se sienta conmigo
y rompe mis papeles y me borra las letras.
Pienso entonces en ti, en vosotros, amigos,
que seguís cultivando el poema y la rosa
y, con el Principito, esperáis, esperamos,
la bandada de pájaros que nos lleve a otros mundos.
Foto de Raul Cancio.



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