viernes, julio 25, 2025

Edelmiro Molinari

 "La guitarra es un instrumento para soñar"

Hace unos días, el artista elevó la voz en redes para señalar la precaria situación que viven él y muchos colegas. "Fue una manifestación de corazón, la vida de música aquí es durísima", explica.

Mediando mayo, aquejado por una crisis económica que lo afecta bravo como a muchos músicos de su generación, Edelmiro Molinari echó mano a su red social y la picó fuerte: “Te ponen en un sistema donde sos un ‘chow’ más y con las condiciones que a ellos se les antoja. En los festivales no te llaman excepto que alguna compañía imponga su voluntad (Para las compañías estamos encajonados)”, escribió el guitarrista, en obvia referencia a las formas magras, irrespetuosas, con que se maneja buena parte de la industria musical argentina, hoy. A colación, se refirió también a cómo esa situación lo afecta personalmente, al punto extremo de temer por quedarse sin la vivienda que alquila en Florida, donde vive con su familia. El mensaje duró poco en Instagram, pero lo suficiente como para que medio mundo sepa de él, y prenda su mecha de amor.

Que el tipo que diga algo así sea Edelmiro Molinari es demasiado. Alcanza con echar un vistazo a su pasado. Desde aquel 1965 en que compartía albores musicales en Los Sbirros junto a Emilio Del Guercio y el nacimiento de Almendra dos años después, fruto de la unión con Los Larkins (Luis Alberto Spinetta + Rodolfo García), hasta este presente, han pasado seis décadas de música. En el temprano devenir no solo se transformó en un guitarrista estupendo, groovero, creador de climas tan espesos como oníricos, sino también en un cantante de fornida y singular voz. 

Y en un gran compositor, claro. De su pluma emergieron gemas de Almendra como “Color Humano”, “No tengo idea”, “Mestizo”, “Amor de aire”, “Verde llano” y “Aire de amor”. Suyas también son todas las de Color Humano, aquella banda de sonido extraño y maravilloso que Edelmiro armó en la década del setenta, yendo más allá de su búsqueda con Almendra. Y que desarmó –temporalmente- cuando emigró a California, donde tocó el bajo en Romances de Gesta, segundo disco solista de Ricardo Soulé (guitarrista de Vox Dei), y se nutrió de inspiración tocando con negros bluseros. 

Previo retorno de Almendra entre 1979 y 1980, llegaron su disco debut como solista, secundado por Skay Beilinson (Edelmiro y la Galletita), y el retorno de Color Humano a caballo de un disco en vivo en The Roxy. Hasta que, entrado el nuevo milenio, el guitarrista publicó dos trabajos más: Expreso de agua santa (“un disco con un sonido y una onda impresionantes”, recuerda ahora) y Contacto, último trabajo a la fecha en que participaron Chizzo Napoli, Gabriel Jolivet, Uki Tolosa y Skay. 

“El mensaje que publiqué en las redes sociales fue una manifestación de corazón acerca de lo que me está pasando, y de lo que nos está pasando a muchos músicos argentinos porque, salvo aquellos que tienen la suerte de pegarla y hacerse millonarios, la vida del músico aquí es durísima. Incluso para aquellos que tenemos una trayectoria, una historia”, retoma Edelmiro, dos meses después de la catarsis, y con dos shows que suceden como reacción. Uno, muy emotivo, que ya dio en el Teatro Gardel de Lanús el sábado 12 de julio. Y otro que dará el martes 29 de julio a las 22.30 en Bebop Club (Uriarte 1658). “La repercusión que tuvo mi mensaje entre la gente me insufló de ánimo positivo, porque esto le está pasando a muchos, también”.

-Duele doble lo que está pasando porque ustedes fueron los que fundaron el rock argentino, y no solo eso. También le dieron un desarrollo, una identidad hermosa, única en el género de habla hispana, para que luego se monte en nombre de esa historia un negoción que los deja afuera.

-La solución está en entrar en acción y que se generen cosas, creo. Es lo que venimos haciendo desde que empezamos.

La acción directa e inmediata será pues el concierto en Bebop donde Edelmiro, fiel a su estilo, no quiere anticipar qué temas tocará, simplemente porque no lo sabe. “Cuando tocás, cada lugar en que lo hacés te sugiere cosas distintas. Vos podés programar algo, sí, pero lo que se va a dar ahí es único. Así son las cosas en la vida”, señala, con 78 años y tras dos delicadas intervenciones quirúrgicas de las que salió airoso. Lo único seguro es que se presentará en formato dúo con Sebastián Peyceré en batería, y él en todo lo demás.

“Me gusta este formato porque vengo con el ritmo de siempre, de toda la vida, y me interesa tocar con una persona que siga eso, ese ritmo. La intención, quiero decir, es tocar con un músico de ritmo y listo, porque si el flujo musical se da, se da así”, asegura. “Con la guitarra vos podés tocar los acordes, el ritmo, un poquito de la melodía, un poco de los bajos y simular que tocás todo. Y es muy divertido eso, una manera muy linda de encarar un instrumento que es para soñar, para tirarse a la pileta. Sobre todo cuando con tu compañero trabajás con total libertad ¿no? Con Sebas puedo tocar la viola eléctrica con total libertad, porque ralentamos, aceleramos, movemos el ritmo tal como lo sentimos en cada momento.”. Nota aquí.



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