lunes, julio 21, 2025

Víctor Bugge

 “La foto oficialista roza con lo indigno en la información”

Vida y anécdotas del fotógrafo, ahora retirado, que acompañó con su cámara a líderes de la Argentina

Durante 47 años, la historia oficial pasó por dentro de las cámaras que empuñó Víctor Bugge en la Casa Rosada. Retrató a presidentes desde Jorge Rafael Videla a Javier Milei. Incansablemente, cada día se acopló a los ritmos tan particulares y distintos de cada administración gubernamental. Desde la dictadura hasta la democracia. Vio golpes de palacio (como la salida intempestiva del general Roberto Eduardo Viola, reemplazado sorpresivamente por el general Leopoldo Fortunato Galtieri). Y su cámara lo registró.

Vio la salida anticipada de Raúl Ricardo Alfonsín y la llegada antes de tiempo de Carlos Saúl Menem. Y, nuevamente, hizo clic y capturó esa historia en imágenes. Vio la crisis de diciembre de 2001, con sus disturbios y muertos, y también la semana de locura de varios presidentes. Estaba allí cuando llegó el kirchnerismo y fue testigo visual de sus grandes hitos: el recambio presidencial entre Néstor y Cristina Kirchner, la fiesta del Bicentenario y la muerte del presidente patagónico.

Atrapó con su cámara el bailecito en el balcón de Mauricio Macri, al son de Gilda, y a Alberto Fernández solo le pudo robar unas fotos porque la pandemia no permitió mucho y ese presidente no le tenía gran simpatía. Ya se iba a retirar, pero cuando percibió que el nuevo jefe del Estado iba a ser Javier Milei, decidió quedarse un poco más.

Recientemente dio las hurras y se fue con la satisfacción de la tarea cumplida, la misma que le demandó quedarse días y noches sin volverse a su casa mientras el país se estremecía con el levantamiento militar contra Alfonsín, en la Semana Santa de 1987 o durante las tensiones de diciembre de 2001, que culminaron con la renuncia de Fernando de la Rúa. Para no perderse nada, hasta vivía a dos cuadras de la Plaza de Mayo, en la calle Balcarce, la misma de la entrada principal a la Rosada.

Por la ventana de su oficina, que daba sobre aquel paseo público, vio multitudes diversas: la que llenó la plaza cuando las Fuerzas Armadas desembarcaron en las Islas Malvinas, o la de los entusiastas fans de la Selección, cuando la Argentina ganó en México en el Mundial 86 y el balcón de la Rosada fue de Diego Maradona y del resto de los jugadores; vio la “Plaza del sí”, fogoneada por el periodista Bernardo Neustadt para Menem, y también la de los cacerolazos de aquella noche del 19 de diciembre de 2001 en que llegaron a la plaza, hubo disturbios y la cosa siguió mucho peor al día siguiente.

Bugge, como cualquier otro argentino, se estremeció de alegría en días felices y tuvo miedo en las jornadas aciagas, pero en cualquiera de las dos circunstancias supo anteponer su misión en la Casa de Gobierno y así nunca le tembló el pulso para inmortalizar esos momentos. Nota aquí.









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