domingo, julio 13, 2025

La Fuerza Vermut

 Argentina y la nueva era del vermut

El vermut argentino dejó de ser un recuerdo de abuelos para convertirse en un símbolo contemporáneo de encuentro. Martín Auzmendi, cofundador de La Fuerza Vermut, explica cómo esta bebida histórica se volvió tendencia.

El vermut argentino dejó de ser un recuerdo de abuelos para convertirse en un símbolo contemporáneo de encuentro. Esta bebida de vino y botánicos está experimentando un renacimiento en la escena global. Lejos de ser un vestigio del pasado, se consolidó como aperitivo moderno y versátil, con un crecimiento constante en producción y consumo en diversas latitudes. En esta entrevista, Martín Auzmendi, socio fundador de La Fuerza Vermut, explora cómo esta bebida histórica se transformó en una tendencia sólida.

En pleno auge de la frase de El Eternauta “Lo viejo funciona, Juan”, podemos decir que aquel vermut a las siete de la tarde asociado a la mesa del bar de los años 60, hoy funciona más que nunca. El vermut argentino es de esos mares que suben y bajan pero nunca se retiran del todo. Uno de los ideólogos de esa reinvención es Martín Auzmendi, socio fundador, junto a Julián Díaz, Sebastián Zuccardi y Agustín Camps, de La Fuerza, proyecto que desde hace casi ocho años empuja el vermut local a una nueva dimensión.

“El consumo creció y no sólo en volumen», dice Martín. «Se sumó gente nueva, desde los que dejaban la cerveza o el gin, hasta los que lo tomaban en su juventud y hoy lo redescubren. El vermut es una tendencia, no una moda. Y eso cambia todo”.

Detrás de ese crecimiento hay una base concreta: productos que no se limitan a replicar fórmulas, sino que exploran el sabor del lugar. La Fuerza nació con esa idea. Y lo sigue haciendo con vinos orgánicos, hierbas locales, barricas recicladas y una filosofía de elaboración que privilegia lo real frente a lo artificial. “Usamos vinos que nos gustan, sin madera, varietales que expresan fruta. Nada que no quisiéramos tomar nosotros. Y lo mismo con las hierbas: muchas son silvestres y las recolectamos nosotros mismos”, cuenta Martín.

La escena se expande

En el país hay decenas de proyectos, desde Rosario hasta Cuyo, desde Buenos Aires hasta el norte. “Lo más interesante —dice Martín— es que hay productos genuinos naciendo en todas partes. Y que el vermut puede ser tan diverso como lo permiten las hierbas, los vinos y la curiosidad de quienes lo hacen”.

Esa diversidad es también una libertad. Hoy no hay una forma única de hacer vermut, ni una receta hegemónica. Hay quienes lo piensan seco, oxidado, dulzón, amargo, filtrado o turbio. Y quizás este sea el dato más relevante de esta foto actual. Hay vermuts que nacen de naranjos o de hojas de olivo, miles de estilos nuevos y una comunidad de productores latinoamericanos que ya empieza a pensarse en red. En 2024, se realizó el primer Encuentro Vermutero Latinoamericano. Llegaron productores de Chile, Bolivia, México, Perú, Brasil, Uruguay. Todos con proyectos jóvenes e identidad propia. Una señal de que algo más grande está ocurriendo. Nota aquí.



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