jueves, julio 10, 2025

Martín Caparrós

 “Un país reaccionario es un país sin proyecto"

El escritor y cronista, que vive hace más de doce años en Madrid, fue homenajeado en la Facultad de Filosofía y Letras. "Me duele volver a un país donde quince millones de personas eligieron a un gritón desquiciado", señaló. Daniel Guebel definió a Caparrós como "nuestro Balzac" y destacó que en toda su obra “se escucha siempre el murmullo de una voz que se abre y sabe cómo seguir hablando, que se enamora de sí misma y lucha contra esa fascinación”.

La emoción brillaba en la mirada de Martín Caparrós en su regreso a una casa educativa donde dejó de llamarse “Mopi”, como lo conocían en la infancia y la adolescencia. Familiares, amigos, periodistas, escritores y estudiantes lo ovacionaron cuando entró en su silla de ruedas al aula 108 de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para recibir el Doctor Honoris Causa. “Esta noche ya podré sentarme con mi abuelo y con mi padre en una cena de doctores, porque ellos siempre fueron ‘el doctor Caparrós’”, dijo el flamante doctor. “Me impresiona y me emociona esta distinción dentro de uno de los pocos lugares a los que creo pertenecer”, agregó durante el acto que estuvo encabezado por el rector Ricardo Gelpi; el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Ricardo Manetti; la vicedecana, Graciela Morgade y el escritor Daniel Guebel, a cargo de la laudatio. “Martín es nuestro Balzac”, definió Guebel al autor de La Historia, A quien Corresponda, Los Living, Larga distancia, El Hambre, Ñamérica y un trabajo excepcional como La Voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina, coescrito con Eduardo Anguita, entre otros libros.

Manetti mencionó las dificultades que atraviesa la universidad pública por el desfinanciamiento estatal impulsado por el gobierno de Javier Milei y agradeció a la directora de la carrera de Historia de la UBA, Alejandra Pasino, por la iniciativa de proponer a Caparrós como Doctor Honoris Causa. En el aula 108 estaban la mamá del escritor, la psicoanalista feminista Martha Rosenberg; la pareja del flamante doctor, Marta Nebot; los escritores Cristian Alarcón, Paula Pérez Alonso, Martín Sivak y Juan José Becerra; los editores Ignacio Iraola y Juan Ignacio Boido; los periodistas Ernesto Tenembaum, María O’Donnell y Lalo Mir; el dibujante Miguel Rep y el sociólogo Pablo Alabarces, entre otros. El escritor y cronista, que vive en Madrid hace más de doce años, tiene esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad que atraviesa sus memorias, Antes que nada (Random House), un libro donde no hay golpes bajos ni queja ni lamentos. Esta semana en Buenos Aires, en un viaje que suena a despedida, será homenajeado este jueves, a las 19, en el teatro Alvear, por Leila Guerriero, Cristian Alarcón, Eduardo Anguita, Daniel Guebel, María O’Donnell, Claudia Piñeiro, Miguel Rep, Graciela Speranza, Ernesto Tenembaum y Martha Rosenberg, entre otros.

Guebel --que leyó su discurso, pero también fue alternando algunas anécdotas culinarias y con el líder espiritual indio Sai Baba-- ponderó “la gloria de Martín Caparrós y no sus infortunios”, una alusión al título de la novela Ansay o los infortunios de la gloria. “Martín es nuestro Balzac; nadie como él ha llegado tan lejos”, subrayó y comparó algunas páginas de Antes que nada, las memorias de Caparrós, con las del cuento “El Aleph”, de Jorge Luis Borges. “Martín supo, desde muy temprano, que la ambición y la voracidad por tenerlo todo, probarlo todo y pensarlo todo determinaba una ética de escritor”, precisó Guebel y destacó que en toda su obra “se escucha siempre el murmullo de una voz que se abre y sabe cómo seguir hablando, que se enamora de sí misma y lucha contra esa fascinación”.

Caparrós también leyó un texto que preparó para la ocasión. “Soy un cobarde; hui de mi fracaso, de nuestro fracaso; llevo más de doce años sin vivir en mi supuesto país, en la Argentina, y en mi innegable ciudad, Buenos Aires”, confesó el ganador de los premios Planeta y Herralde de novela, el premio Roger Caillois y los premios Rey de España, Moors Cabot y Ortega y Gasset de periodismo, entre tantos otros, y recordó su experiencia como estudiante del Colegio Nacional de Buenos Aires. “En el Colegio aprendí que intentar era mejor que no intentar; pensar mejor que no pensar; querer mejor que no querer; coger mejor que no coger, y que tener la ilusión de que podías cambiar el mundo era tanto mejor que no tenerla”, reconoció el escritor que en 1974 empezó a estudiar Historia y encontró en la Universidad de Buenos Aires su nombre. Antes, durante su infancia y adolescencia, era “Mopi” o Caparrós. Como Antonio Caparrós, su padre, había recuperado una cátedra en la universidad y el hijo no quería tener que aclarar que no era su padre (ambos se llaman Antonio), decidió usar su segundo nombre, Martín. Nota aquí.



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