Silvio Rodríguez entregó un montón de grandes éxitos (y dejó otros afuera) en su reencuentro con Uruguay
En la primera de las dos noches frente a un Antel Arena con entradas agotadas, el cantautor cubano hizo un show austero en el que las canciones toman protagonismo
En el primer de sus dos shows con aforo completo en el Antel Arena, Silvio Rodríguez repasó el viernes a la noche en dos horas, casi todos sus grandes éxitos.
El “casi” responde a que, por ejemplo, no incluyó la energizante “La maza” u “Óleo de mujer con sombrero”, una de la canciones sobre las que cimentó el cariño de los uruguayos, y otras tantas. El detalle no hizo mella en el efecto emocional que genera ver a uno de esos artistas latinoamericanos que los uruguayos sienten cercanos.
Tampoco estuvieron “Playa Girón”, “Historias de las sillas”, “El dulce abismo”, “Por quien merece amor” pero el listado solo reafirma lo poderoso repertorio que el cubano ha construido a lo largo de ya 50 años de carrera. Capaz que algunas entrarán hoy a la noche en la segunda función, en la que se anuncia estará el presidente Yamandú Orsi.
El público coreó con respeto y saludó con admiración cada una de las estaciones musicales que planteó un show largo que no se hizo sentir.
En un escenario austero en el que apenas un telón aportaba colores y diseños funcionales se repartían los músicos con Rodríguez en el centro detrás de un atril y con un gorro que lo autoproclamaba “Aprendiz”. Su voz sigue teniendo la misma nitidez y calidez, aunque muchas veces pareció necesitar un esfuerzo extra.
Lo rodea un prolijo octeto acústico de dos guitarras (Rachid López y Maikel Elizarde, del trío Trovarroco), piano (Jorge Aragón), contrabajo (Jorge Reyes), batería (Oliver Valdés), vibráfono (Emilio Vega), la flautista y clarinetista Niurka González, esposa del cantautor y de destacada presencia en los arreglos y la hija de ambos, Malva Rodríguez, en acompañamiento vocal.
La única vez que el protagonista se movió del centro de la escena fue para interpretar en familia un bloque romántico y de canciones de tres compositores cogeneracionales de Rodríguez: “Créeme” de Vicente Feliú; “Te perdono” de Noel Nicola y “Yolanda de Pablo Milanés, uno de los grandes momentos de la noche y de las primeras veces que se hizo sentir el coro respetuoso de la parcialidad.
Estaba citando así a la nueva trova cubana ("mi generación", dijo), una de los productos de exportación cultural más fuertes surgidos de la isla y del que él, junto con la de Milanés, es la voz más notoria. Ambos, de hecho, estuvieron en los festejos del retorno de la democracia, el 1° de marzo de 1985 y su música fue banda de sonido de la resistencia a la dictadura. Eso cimentó para siempre el vínculo afectivo de los uruguayos con su música y su figura. Nota aquí.
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