España como prisión
que la iglesia custodió,
es la carga que sufrió
luego el pueblo soberano,
el pueblo republicano,
llevado hasta la extinción,
fusilado al paredón
sin compasion ni piedad.
Y por tanta iniquidad
nadie ha perdido perdón.
Y llegaron años duros,
los muertos a las cunetas
en muchas tumbas secretas
o huesos a Cuelgamuros,
haciendo trabajos duros
para abultar la condena,
sin redención de la pena
ni esperanza de horizonte.
Hubo quien huyó hacia el monte
para escapar de la trena.

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