miércoles, diciembre 10, 2025

Robe Iniesta

 Muere Robe Iniesta, fundador de Extremoduro y figura central en la música española, a los 63 años

Poeta mayúsculo, el artista extremeño consiguió penetrar en toda la sociedad con sus textos filosóficos y embravecidos

Robe Iniesta ha muerto. Y lo ha hecho de forma tan inesperada que cuesta enfrentarse hoy a cualquier texto sobre él. Poco antes de las cuatro de la madrugada, el manager del músico extremeño enviaba un texto a este periodista: “Nuestro Robe ha fallecido. Estamos rotos”. Iniesta padecía “una enfermedad” desde hacía unos meses. Su círculo más íntimo no quiso que se conociera la gravedad de su estado. Tenía 63 años. Hace un año el cantante suspendió de manera indefinida sus últimos conciertos en Madrid tras ser diagnosticado con un “tromboembolismo pulmonar”.

La última vez que Iniesta fue entrevistado en EL PAÍS, en mayo de 2024, cuando presentaba su imponente último disco, Se nos lleva el aire, la charla finalizó así:

P. Dígame si estos son los cálculos que maneja: después de esta gira de 2024 estará dos años desaparecido y luego 12 meses para componer. En la próxima gira, entonces, tendrá 66 o 67 años.

R. Uf. No sé si será esa edad, pero que en la próxima gira voy a tener muchos años, pues sí. Y, encima, algunos años de joven me cuentan como los años de perro [risas]. Así que en 2027 tendré ciento y pico años.

La trascendencia de Iniesta en la música española es gigantesca. Un caso poco habitual: alguien que viniendo del rock agreste fue conquistando terrenos hasta convertirse en un clásico respetado por todo el mundo. Sus letras, primero de exaltación marginal en la incipiente etapa con Extremoduro y después de una profunda carga filosófica y romántica, se encuentran entre lo mejor del rock español de todos los tiempos. Muchos de sus textos versan sobre el amor romántico. Debajo de ese coraza de tipo malencarado latía un corazón híper sensible, que escribía sobre amores, pasiones y ausencias dolorosas.

“Hoy despedimos al último gran filósofo, al último gran humanista y literato contemporáneo de lengua hispana, y al cantante cuyas melodías han conseguido estremecer a generaciones y generaciones”, expone el escrito de su representante. Desde primera hora de esta mañana, cientos de mensajes están despidiendo al músico extremeño.

Hace unos meses Robe todavía seguía de “mala leche” por la suspensión de los conciertos de Madrid por el trombo pulmonar. En su cabeza tenía retomar los recitales para cerrar la que él calificó como “la mejor gira de mi vida”.

“Todo el que ha tenido la suerte de trabajar con Robe, después de hacerlo, reconoce ser mucho mejor profesional, y mucho mejor persona. Muy tristes por esta pronta despedida, pero igualmente agradecidos, a más no poder, de haber recibido un tesoro en forma de legado para seguir el camino que nos queda en la vida”, señala el comunicado de Dromedario Records que ha anunciado su fallecimiento.

El éxito de Extremoduro pilló a contrapié a la industria musical. Fue un fenómeno que se fraguó en la calle, a base de conciertos y con el empuje de la gente, que veía a Iniesta como el cantor de la marginalidad. Aquí no existía un soporte promocional. Fue una conquista calle por calle, garito por garito. “Rock transgresivo”, lo definió el propio grupo. Robe consiguió el dinero para grabar su primer disco con una versión callejera del crowdfunding: vendía papeletas en los bares a los colegas por 1.000 pesetas a cambio del disco… cuando estuviera hecho. Lo grabó, entregó el álbum a sus creyentes y, a partir de ahí, todo fue en ascenso.

Canciones como Jesucristo García, La hoguera o Extremaydura, contenidas en el primer disco de Extremoduro (1989), mostraban a un letrista que dibujaba retratos de tipos a los que el sistema les había dado la espalda y los acompañaba de una voz áspera y de una música combativa emparentada con el rock callejero español de la escuela de Leño. “Estuve cuatro años por ahí dando tumbos. Pero tumbos auténticos. Iba con mi bulldog Angelito de ciudad en ciudad. A veces dormía en casas de colegas y otras nos buscábamos la vida”. Así definió el músico sus primeros años.

Pronto empezó la llamada etapa del caos, en los primeros noventa. Conciertos descontrolados, letras de canciones que se olvidan, perros en el escenario, demasiado alcohol y sustancias. El grupo viajaba incluso con un camello. Su legado musical se fue ampliando, con discos grabados con poco presupuesto, pero las canciones comienzan a tatuarse en la piel de los aficionados: Tu corazón, Deltoya, Ama, ama, ama y ensancha el alma (con letra del poeta de bar Manolo Chinato), Sin Dios ni amo... Robe cultivaba su perfil indómito y paralelamente comenzaba a leer poesía. Su escritura gana en profundidad. Nota aquí.









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