Hurlingham: los récords que batió Adolfo Cambiaso en la primera conquista con sus sobrinos Castagnola
El logro de La Natividad-La Dolfina, su nuevo equipo en la Triple Corona, pone al crack por encima de otras leyendas en dos rubros
Ganó el equipo de los sueños. Así bautizaron los aficionados al polo al cuarteto que reúne a los Cambiaso con los Castagnola. La Natividad-La Dolfina se impuso por 12-9 a UAE y se adjudicó el Abierto de Hurlingham, por la Copa The Ayrshire. Este es también el equipo del sueño de Adolfito Cambiaso. Un crack que trascendió las fronteras del polo, que ganó todo y con casi todos, en la Argentina y en el resto del mundo. “Es la frutilla del postre. Ya cumplí el sueño de ganar Palermo con mi hijo, y ahora, acabo de cumplir otro: jugar con Poroto y mis sobrinos y ganar un título”, comentó la leyenda viviente.
Es el hombre que pulveriza récords y estadísticas. A partir de esta consagración, y protagonizando su temporada número 33 del alto handicap doméstico, Cambiaso superó al genial Juan Carlos Harriott (h.) como máximo ganador en el club del oeste del Gran Buenos Aires: obtuvo 16 campeonatos. Y además, este sábado el crack de Cañuelas totalizó 43 conquistas en certámenes de la Triple Corona, Hurlingham-Tortugas-Palermo. Impresionante. Y la leyenda continúa.
Estimulado por desafíos exigentes, como jugar con su hijo, primero, y hacerlo junto a sus sobrinos, ahora, Adolfo extendió su brillante carrera, sin perder nunca el gen competitivo. Cruzado el umbral de las cinco décadas de edad, cumplidas el pasado 15 de abril, quiso hacerse un último regalo, cristalizar el último anhelo en el polo de alto nivel: armar un equipo con su hijo y sus sobrinos. El equipo de su sueño. No importaba mucho el nombre; tampoco lo abrumaba la combinación de los colores. En estos temas cedió en cuanto a prevalencia de su club o el de sus sobrinos. Fue limando viejas asperezas, surgidas en la relación con Bartolomé Castagnola, compañero de hazañas, hermano de la vida y cuñado. Y soportando el peso de años y años de polo sobre los hombros, con el físico desgastado y una mano que todavía no sanó de la fractura sufrida en Inglaterra. Ahí está “el Loco”...
La coyuntura lo encuentra gozando a pleno. Levantando la Copa The Ayrshire una vez más. Celebrando con la cara iluminada de alegría y orgullo. Repartiendo sonrisas. Adolfito quería disfrutar en el cierre de su trayectoria, y está disfrutando. No hay copas, premios, récords ni mantas que le arranquen esa sonrisa gigante, ese brillo especial en los ojos. Nota aquí.
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