martes, mayo 05, 2020

Rodolfo Serrano

Días raros
Son raros estos días. Tan extraños.
Estos días sin ruidos y sin nadie.
Como árboles caídos en un bosque,
como un beso lanzado entre la niebla.
Extraños, porque todas las canciones,
las promesas de amor de tiempos viejos,
se pierden en la noche, se deshacen
en las manos que buscan otras manos.
Y todo, lluvia, sol, el suave viento,
es igual que un espejo sin azogue.
No veremos la imagen de nosotros
ni podremos cruzar al otro lado.
Son días como versos inconclusos,
como libros escritos en idiomas
extraños, como barcos que navegan
en esos mapas de “Más allá hay monstruos”.
Y es que el infierno es esto: La locura
del maldito teléfono que ahora
ha perdido tu número y no suena
y no me dice: “Hola” y “¿”Cómo estas?”,
o eso de “Ya ves. Te echo de menos”.
Tristes, pobres palabras, tan sencillas,
que ya no me consuelan en las noches
en las que yo te imagino en la ventana,
con mi pobre corazón entre tus manos.
Odiosos días estos. Por mucho que hoy escriba
estos versos que escapan de papeles
timbrados y de muros y de leyes.
Que a ti lleguen borrando los decretos,
saltándose las normas y las multas.
(Y sólo tú sabrás a quién escribo).


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