Andrés Calamaro y los duetos como reinvención
El salmón apela a su generoso repertorio para una serie de cruces con artistas multinacionales: el resultado es un notable ensayo de las formas de reformulación de la canción popular.
Para hablar del nuevo disco de Andrés Calamaro hay que comenzar por otro lugar. Mientras se sigue desmenuzando la segunda temporada de la serie sobre Luis Miguel emitida por Netflix, para comprender cómo el cantante pasó a la inmortalidad de la música popular latinoamericana hay que rebobinarla hasta el capítulo 11 del inicio de la saga. Dos meses antes de culminar su contrato, su sello le propuso sacar un disco de grandes éxitos. Pero el “Sol de México” se negó rotundamente a esa idea. Por esos días, la actriz Verónica Castro lo invitó a su programa de televisión, y, para condimentar la entrevista, tuvo la brillante idea de cruzarlo en el piano con Armando Manzanero.
Ese encuentro derivó en que el artista sumara a su repertorio (cargado en aquel entonces de una artillería de soft rock y pop adolescente) algunos boleros en su gira 20 Años. Varios de ellos de la leyenda meridana. La repercusión fue tan buena que su mánager le sugirió que lo convocara para producir ese álbum pendiente: devenido ahora en un tributo al género.
El éxito fue tan rotundo que Romance aún sigue siendo el disco más vendido de Luis Miguel. También el causante de su madurez artística. Meses antes de que se cumplan 30 años de ese lanzamiento, Andrés Calamaro acaba de alcanzar la consagración total en la música popular latinoamericana. O mejor aún: la de sus canciones. Si bien venía pidiendo cancha en ese terreno desde 2014, con la aparición de El cantante, el lanzamiento de Dios los cría ofrece una certera respuesta a la pregunta más temida por muchos artistas a lo largo de todos estos años: ¿qué le pasa a los viejos rockeros que enaltecieron el castellano? ¿Mueren o se jubilan? No, se transforman. Química pura, ruda y dura. Algunos se han inmolado buscando luces a esta incertidumbre, al tiempo que otros temieron tanto dar ese paso que no hicieron más que girar sobre su propio eje. Y todavía siguen ahí, desgastándose o esperando el mismo desenlace de Mick Jagger o Bob Dylan. Nota aquí.
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