10 años sin Juan Alberto Badía, el enamorado del aire
Más que para repasar su amplia trayectoria, el aniversario de su ausencia permite comprobar una vez más la unanimidad que el conductor y difusor de cultura en radio y TV despierta en sus colegas, producto de una no tan usual combinación de profesionalismo y humildad.
El de Juan Alberto Badía debe ser un caso único en la cultura argentina. Una rareza a la que, por más esfuerzo que se haga, cuesta encontrar un antecedente similar. Es que en un medio donde abundan los egos enceguecedores, los malos tratos, las envidias y los egoísmos, Beto cosechó a lo largo de su trayectoria una unanimidad inédita. Sus oyentes y sus televidentes, los artistas y sus ex compañeros, sus familiares y sus amigos, todos rescatan la calidad humana y profesional que tuvo el animador y conductor de radio y televisión mientras estuvo por aquí acompañando a las distintas generaciones a través de sus programas. No es casualidad, entonces, que a una década de su fallecimiento el recuerdo sobre su figura se vuelva tan necesario como inevitable.
Mas que repasar su prolífica trayectoria, el aniversario redondo de su ausencia sirve de excusa -triste y dolorosa- para alumbrar a un conductor que hizo de su humildad, generosidad y amabilidad un estilo que está en peligro de extinción en el sistema mediático actual. Desde su diminuto cuerpo, fuera en el viejo Canal 13 o en el ya extinto 360TV, en la antigua Radio Antártida o en los “estudios” que armó por distintos lugares del país haciendo radio, Badía enalteció con la misma pasión y profesionalismo a los medios argentinos. Sin estridencias, con más amabilidad que impacto, el conductor supo construir programas que nunca resignaron ni la calidad ni el respeto. Nota aquì.
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