Sentado
Estoy solo. Sentado
a la puerta del hospital.
La gente pasa,
desolada,
con su dolor a cuestas.
La vida es esperar aquí, sentado,
que te digan si vives o te quedan
cuatro días o más en esta fiesta
sin alcohol ni cigarrillos.
Una muchacha joven entra ahora.
En sus manos
un tocho de papeles. Le deseo
que venga solo a recoger los resultados
de un familiar. La nieve
aún no se ha fundido
en el solar cercano.
Me repito: “Es la vida”
y entro a la consulta. Me consuelo
pensando que mañana,
quizás pongan
“Sed de Mal”
en cualquier televisión, de madrugada.
O, como dice Raul,
subirse a ese tranvía del deseo
que nos lleve, por fin, al paraíso.
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