Los Tres Monos porteños: “En sabores, técnica y hospitalidad, hay pocos lugares como Buenos Aires”
A casi cuatro años de su apertura, Tres Monos es el bar referente en la coctelería porteña. Tras duplicar espacio, este proyecto conducido por tres bartenders crece, viaja por el mundo, recibe amigos y agita la coctelera.
No oír, no ver, no decir: así es el mensaje que transmiten los tres monos sabios, esos tres famosos chimpancés mímicos tallados en madera en el antiguo santuario Tōshō-gū, en el pueblo de montaña Nikkō, al norte de Tokio. Pero en Buenos Aires estos tres monos también tienen santuario propio. A diferencia de aquel, es mucho lo que se habla, lo que se escucha y lo que se mira. Se trata del bar Tres Monos, ocupando el centro de escena en la coctelería porteña. Un bar abierto en junio de 2019 de la mano de dos bartenders, Sebastián Atienza y Charly Aguinsky; y que luego en pandemia sumó a Gustavo Vocke como tercer socio. Ellos son hoy los Tres Monos, los que cargan en sus espaldas la idea de ser embajadores del beber argentino en el mundo.
En 2019 tres Monos inauguró un formato de bar que escaseaba en Buenos Aires: un espacio pequeño y modesto, alejado de los grandes emprendimientos que iluminaban el cielo local de ese momento, con sus speakeasies y rooftops de lujo. Un bar creado y atendido por bartenders, en esa misma lógica que en cocina mostraba nombres como Gran Dabbang, Proper o Anafe. “Ellos fueron nuestra inspiración: abrimos un bar austero, con una oferta más económica. Esa era nuestra fortaleza: no precisábamos mucho para sobrevivir”, cuenta Atienza.
Aires punk y roqueros, una barra con sus taburetes, el salón mínimo y la vereda. La exigua carta de platitos armada por cocineros amigos (hoy está diseñada por Martin Sclippa) y una decena de cócteles juguetones, con mucha técnica y guiños clásicos. Con esas pocas armas Tres Monos se convirtió en el referente de la ciudad. “Cada vez nos sentimos más libres, con más capacidad de hacer cosas que nos gusten. Nos gusta marcar un rumbo posible para la coctelería del país, un camino. Hay muchísimos bares en Argentina, algunos son masivos, otros pequeños como nosotros. Y en todos podés tomar un Negroni bien hecho, eso es fantástico”, dice Aguinsky. “Ganamos esa libertad tras haber armado un equipo sólido y una red de proveedores en la que confiamos”.
Son las cinco de la tarde. Sebastián, Charly y Gustavo están reunidos en el bar, diseñando el trabajo de las próximas semanas. Es un día cálido y en las mesas de la vereda algunos clientes beben cócteles bajo el sol del otoño. Mañana Sebastián volará a Australia, como parte de un World Tour que tan sólo este año sumó millas en destinos como Colombia, Perú, Grecia; y que seguirá durante mayo aterrizando en México e Italia. Elegidos en 2022 en el puesto 27 de los World’s 50 Best Bars, estos tres monos no se quedan quietos. Viajan, invitan bares amigos en Buenos Aires, organizan clases maestras, talleres, guests y más. “Buenos Aires tiene una comunidad de bartenders muy fuerte. Crecimos mirando a gente como Fede Cuco, Tato Giovannoni, Inés de los Santos, Pablo Pignatta, Ludovico De Biaggi. Estamos todos en la misma página, no solo nos llevamos bien, sino que compartimos proveedores, nos visitamos mutuamente, nos damos una mano cuando se lo precisa. Nos gusta pensarnos como un motorcito que empuja todo esto”, asegura Sebastián. Sabe de lo que habla: por varios años este bartender, tal vez el más carismático del país, fue discípulo de Tato, estando a cargo de la reconocida barra de Florería Atlántico. Nota aquí.
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