El pintor Antonio López, mecenas de ‘Valduero con las Bellas Artes’
Bodegas Valduero promueve desde 2015 una iniciativa de apoyo a los nuevos talentos. Antonio López, el pintor español vivo más cotizado de la historia, ha presidido el jurado de la VII edición, que cuenta con el respaldo de la Universidad Francisco de Vitoria.
En 2015, Bodegas Valduero, una de las pioneras en la Denominación de Origen Ribera del Duero, tuvo una artística iniciativa para inmortalizar su 30 aniversario: realizar una exposición de barricas pintadas o intervenidas por estudiantes de Bellas Artes.
Ocho años después, el VII certamen Valduero con las Bellas Artes se celebra en la prestigiosa Universidad Francisco de Vitoria (UFV), a iniciativa de su facultad de Bellas Artes y de Bodegas Valduero. Esta vez, 20 de sus alumnos han competido de nuevo con una intervención sobre una barrica de vino para transformarla en una obra de arte, como en aquella filosofía inicial.
El jurado de esta edición ha tenido como presidente de honor al pintor Antonio López, universalmente conocido como El pintor de Madrid. Le acompañaban Pablo López Raso, director de los grados en Bellas Artes y Diseño de la UFV; Mar Solís, escultora y profesora del Grado en Bellas Artes de la UFV; Roberto Campos, Coordinador de proyectos de diseño en el grado de diseño de la UFV; Irene Solís Cobo, gestora cultural en el departamento de actividades culturales de la UFV; Yolanda García Viadero y Carolina García Viadero, consejeras de bodegas Valduero; Óscar Vázquez, Subdirector de Antena3 Noticias, y Manuel Villanueva, Director general de Contenidos culturales de Mediaset.
El primer premio del certamen, consistente en la matrícula del grado en Bellas Artes y Diseño impartido por la Universidad Francisco de Vitoria, ha recaído en Irene Oriol Llabrés, alumna del Grado en Bellas Artes. Su escultura, en palabras de Antonio López, “destila una enorme fuerza”. La propia alumna explicó su intención con la obra: “Es una escultura abstracta cuya forma recuerda a una explosión, haciendo referencia a la sensación que uno tiene cuando aspira el vino por primera vez”, comentó. “He querido jugar con las formas, los colores y los materiales de la propia barrica o del vino, para hacer así una oda a la barrica, como contenedor de un tesoro. De ahí que se remate con pan de oro, en los puntos donde ha sido ‘herida’ la madera”, concluye Irene Oriol. Nota aquí.
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