viernes, febrero 09, 2024

Pulperías

 Pulperías: 5 de las mejores en el norte de la provincia de Buenos Aires

Son la esencia de la provincia de Buenos Aires, donde el tiempo parece detenerse y las historias brotan en cada rincón. Auténticos boliches centenarios, emporios familiares rescatados, tradiciones intactas. Un viaje culinario por el norte bonaerense para sumergirse en la rica herencia gastronómica y cultural de la región.

Desde el emblemático Bar El 2 de Mayo en San Andrés de Giles, con sus paredes impregnadas de memorias bosteras, hasta el rescate del Boliche Bessonart en San Antonio de Areco, donde la fachada torcida es testigo de más de un siglo de historia, el encanto del Almacén de Ramos Generales en el mismo pueblo, la trayectoria secular de Los Ombúes en Chenaut, y el resurgimiento familiar del Almacén CT & Cía en Azcuénaga: un recorrido por cinco de las mejores pulperías y restaurantes en el norte de la provincia de Buenos Aires.

Bar El 2 de Mayo
Se lo detecta en las afueras de San Andrés de Giles, una realidad aparte donde basta con cruzar el umbral para sentir que el tiempo, mágicamente, se detuvo.

Aquí no hay paredes desnudas. Todos y cada uno de los rincones que le dan sentido a este espacio inalterado exudan anécdotas: leyendas, inscripciones, fotos de encuentros y mucha memorabilia bostera: la pasión late en Juan García, dueño del bar, y en su grupo de habitués que suelen cerrar el local para cumplir con el rito sagrado de ver un partido de Boca Juniors a puertas cerradas. El dato es importante: si se está por visitar este icónico boliche, ese día la puerta estará trabada.

Mientras corta en cuadraditos unas fetas de mortadela y las junta con un poco de queso, Juan apura un vermut y cuenta que esta esquina de ladrillos a la vista y aberturas pintadas de verde inglés fue construida en 1901. Fundado por Eleuterio Rodríguez, un inmigrante asturiano, el “Boliche de García” –como lo llamaron siempre– es un “testimonio material de una época”, según reza su declaratoria como Lugar Significativo.

En 1944 Eleuterio le vendió el negocio a Juan Pedro García, padre del actual propietario, quien no sólo preservó el nombre original del boliche, sino que dedicó su vida a sostener la esencia de este lugar. Nota aquí.







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