El gran viaje de Morgan, la banda que sacudió el pop-rock español: “Nos da igual qué lugar ocupemos mientras podamos tocar lo que queramos”
Después de recorrer de 4.000 kilómetros, el grupo madrileño grabó en Noruega su nuevo disco, un trabajo cargado de emociones y texturas inéditas que los ha llevado hacia otro territorio sonoro
A veces, hay bromas que se van de las manos. Y, a veces, eso no quiere decir que sea malo. Bien lo saben los miembros de Morgan. Bromearon con ver una lista de estudios de grabación “ideales de la vida” para ver en cuál les “molaría” grabar un disco y acabaron haciéndose casi 4.000 kilómetros con la furgoneta para atravesar media Europa y llegar a la remota isla de Ginke, al norte de Noruega. “Ekain [Elorza, baterista de la banda] tenía una lista elaborada y la miré un día en la furgo y dije: ‘Espera esto qué es. Es una maravilla. Hay que ir’. Lo dije en plan de risa, pero acabamos yendo”, recuerda Nina de Juan, cantante y compositora de Morgan. “Esto” era el estudio de grabación de Ocean Sound, un precioso complejo sonoro cuya carta de presentación reza: “En el fin del mundo, al borde del mar, se encuentra la instalación de grabación más impresionante de Europa”. “Se siente así”, reconoce Nina. “Es un lugar idílico. Por cada ventana que miras ves todo mar, las montañas se te vienen encima, la luz brilla distinta con un atardecer maravilloso y las tormentas son de otro mundo”.
La consecuencia de aquella experiencia ha quedado plasmada en su Hotel Morgan (Cultura Rock), el último álbum de una banda que entró en la música española en 2016 como un torbellino refrescante de rock mezclado con sonidos raíces de soul, góspel y funk, y que se ha terminado por consolidar en la escena como un grupo distinto a cualquier propuesta, como si de sus referencias primarias y vibrantes se tejiese una formación salida de cualquier lugar recóndito de Estados Unidos. Pero, lejos de la tierra del tío Sam, Morgan es una banda madrileña y acabó viajando hasta esa parte del fin del mundo en Noruega para grabar el cuarto álbum en estudio de su carrera. El viaje se convirtió en “uno de los más increíbles” en la historia de sus cuatro integrantes: De Juan, Elorza, el guitarrista Paco López y el teclista David Schulthess. “Metimos unos pocos instrumentos y viajamos durante seis días. No queríamos viajar más de seis o siete horas por día y así íbamos con calma y haciendo paradas”, cuenta Nina. Durante esos días, dejaron España desde Madrid, atravesaron Francia, Bélgica, Alemania y Dinamarca, donde cogieron un ferry y cruzaron media Noruega hasta llegar a la isla de Ginke. “Fue una gran experiencia porque paramos en sitios como Burdeos o Hannover y pudimos conocerlos. Había una energía en ese viaje que, luego, creo que supimos trasladarla a Ocean Sound”.
El estudio se encuentra en la isla de Ginke, un pequeño trozo de tierra de no más de 6.500 habitantes y que forma parte de las conocidas islas de las sagas vikingas. Este territorio, llano y bucólico, está rodeado de mar y transmite también una energía especial. “Nos pasamos allí nueve días en modo residencia, modo burbujita. Le sacamos todo el jugo”, explica la cantante. “Todo lo que traíamos del viaje más lo que sentimos en ese sitio tan maravilloso te pone en un lugar musical y espiritual distinto”. La energía acumulada de ese sitio se transformó en “una luz muy natural” que, gracias a la labor de Martín García Duque a la producción, quien ha trabajado con The Limboos o Jero Romero, llevó a la banda “de manera natural” a “otros sitios y colores”. “Diría que el álbum es más quirúrgico que todo lo anterior que hemos grabado. Hay más colores, más sintetizadores, otros tonos”, sostiene la cantante. Nota aquí.
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