“He sido muy cruel con mi cuerpo”
La artista canaria, convertida con solo 25 años en una de las cantautoras más celebradas de la música en español, presenta ‘El cuerpo después de todo’, un álbum introspectivo en el que confiesa todos sus miedos. Con ella hablamos sobre los rigores de la soledad, la presión estética o el impacto emocional que tiene su música en su vida y en la de quienes la escuchan.
Asegura ser capaz de compenetrarse con el clima a un nivel incluso emocional. “En esta racha de lluvia que llevamos en Madrid me ha salido una canción un poco triste y ayer, como estaba nublado, tenía ganas de llorar todo el rato”. Por suerte, hoy ha salido el sol y Valeria Castro (La Palma, 25 años) despliega esa sonrisa contagiosa que mereció el halago del mismísimo Alejandro Sanz. La cantautora, que en el último par de años vio cómo pasaba de ser un “secreto a voces” a una de las artistas más relevantes de la nueva generación, con dos nominaciones a los Goya y a los Latin Grammy, busca refrendar su posición con El cuerpo después de todo. Un álbum más introspectivo y maduro, pero en el que mantiene la sensibilidad que la convirtió en un fenómeno y su anhelo por hacer de cada canción “un arma para contar las cosas que importan”.
Muchos artistas han hablado sobre la presión que supone el lanzamiento del segundo disco, donde se mezclan las expectativas, el dilema entre la continuidad y la evolución...
Sí, la notaba. Sobre todo, con esta cosa rara de las nominaciones y los premios, sentía que no iba a ser capaz de escribir, que iban a darse cuenta de que era una farsante. Recuerdo que un día me dije: “Valeria, no pasa nada si haces un disco mediocre”. Necesitaba que la prioridad fuera la honestidad, que pudiera trabajar con mi vulnerabilidad, que componer siguiera siendo mi terapia… y el marketing ya llegaría después. Estoy muy orgullosa del resultado.
En este nuevo trabajo, El cuerpo después de todo, apuesta por mirar hacia adentro.
Es un disco más intimista y con mayor oscuridad. Era importante abordar los demonios que nos acontecen, presentarlos en las canciones, porque hacer como que no existen no va a borrarlos del mapa. Si asumimos que la realidad está llena de grises, que no todo es blanco y negro, podremos avanzar personal y emocionalmente.
La soledad femenina, el concepto de la mujer que está sola, siempre ha sido tabú y usted lo aborda en el primer single del disco.
Y creo que hablar sobre ello ayuda a que deje de serlo. Una de las imágenes que más me gustan del videoclip de La soledad es la de Macarena García e Itsaso Arana comiendo solas. Siempre pensé en ese tabú y cómo deberíamos darle la vuelta a esa presión social, a ese ojo ajeno que nos mira y juzga. Este single abraza la idea de que la soledad a veces duele, a veces es incómoda, a veces es disfrutable y otras nos vamos a reír de ella. Pero también a partir de la soledad es cuando nos paramos a pensar en nosotras y en nuestro cuerpo. En esa vorágine que vivimos no nos paramos a mirar cómo nuestro cuerpo somatiza las circunstancias vitales que le están ocurriendo.
Además de las mencionadas, en el vídeo también aparecen otras caras conocidas como Bárbara Lennie, Irene Escolar o Sara Carbonero. ¿Cómo se consigue semejante reparto?
Todavía no lo sé. Llamamos a mujeres que admirábamos y fueron muy generosas. Pensaba que iban a decir que no, pero aceptaron y fue precioso ver cómo canalizaban la visión de la soledad desde su imagen. Es bonito humanizar incluso las vidas más públicas para que el público pueda sentirse identificado. Nadie tiene una vida perfecta. Nota aquí.
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