domingo, noviembre 30, 2025

Alejandro Vigil

 Alejandro nos cuenta por Facebook.

A veces pienso que el vino me encontró antes de que yo lo eligiera.
Como esas cosas que uno no explica, pero siente en el pecho, en la piel, en la memoria.
No fue una decisión: fue un pulso.
El vino me enseñó a mirar distinto.
A detenerme en lo pequeño: una piedra, un olor que vuelve, un racimo que te habla bajito como si contara un secreto que solo vos podés entender.
Me enseñó que cada viñedo es una geografía emocional:
no un mapa, sino una forma de sentir.
Que trabajar la tierra es entrar en un territorio que también te habita.
En cada copa hay algo mío que no sé si puse o si el vino me robó sin pedirme permiso.
Un recuerdo, una duda, una alegría que se quedó anclada en algún sarmiento.
Es raro, pero siento que cada vino que hago me ordena un poco.
Me acomoda el alma, como quien gira una foto vieja y la vuelve a poner derecha.
El vino me dio una forma de vivir:
ser simple cuando todo se complica,
ser honesto cuando nadie mira,
ser cercano cuando la vida empuja lejos.
Y también me dio una certeza:
que no es solo una bebida:
es un territorio entero que se abre en una copa.
Una manera de volver a casa,
aunque esté lejos.
Una manera de recordar quién soy.
Al final, si digo que el vino es mi vida,
es porque me sostuvo cuando dudé, me acompañó cuando soñé,
y me enseñó que ninguna historia es solo de uno:
siempre es de muchos.
De la tierra, de la familia, de la gente que camina con vos.
Y de esa parte tuya que —aunque no se vea—
queda guardada para siempre en cada botella.
Una hermosa foto de la @chachingowinefair



María Dueñas

 


Paula Mattheus

 

Flores para Antonio

 Flores para Antonio’: Alba Flores ajusta cuentas con el fantasma de su padre para recuperar su propia voz

El documental de Isaki Lacuesta y Elena Molina acompaña a la hija del músico, fallecido en 1995, en un emotivo y contenido ejercicio de amor y memoria.

¿Quién fue Antonio Flores? Para Alba Flores, la respuesta es tan sencilla como insondable: su padre. Fallecido en 1995 cuando la actriz tenía ocho años, su fantasma ha marcado la vida de una mujer que ha crecido haciéndose preguntas que no se atrevía a formular. La mayor virtud de Flores para Antonio, el documental de Isaki Lacuesta y Elena Molina sobre el músico, es la sinceridad de ella. Se trata de un ajuste de cuentas hija-padre a través del amor y la memoria, un ejercicio que sale airoso por esa honestidad y por el innato carisma de la primera nieta de Lola Flores.

A sus 39 años, Alba Flores ha buscado las respuestas a través de un trabajo contenido pese a su carácter íntimo y emotivo. Es un viaje introspectivo en el que los dibujos, collages, canciones, maquetas y cintas inéditas del cantante permiten al espectador acompañar a la actriz en busca de su padre y de su propia voz. Flores para Antonio habla de una hija que necesita comprender (y compartir) quién era su padre, cuáles fueron sus éxitos, sus inseguridades y debilidades. Por qué murió si ella lo quería tanto. Alba Flores dejó de cantar por rabia cuando él la dejó y ha necesitado compartir su dolor para volver intentarlo.

Como es inevitable con todo lo que tiene que ver con esta familia de artistas, Lola Flores ilumina desde su tumba el documental de la nieta. Como siempre, el humor llega de su mano. Cuando nació el Loliyo (Antonio) hasta Ava Gardner fue al bautizo, y la intensa relación de la Faraona y su hijo centra buena parte de la película. Las cariñosas voces de sus tías, Lolita y Rosario, y de su prima Elena Furiase, los testimonios de los buenos amigos o de su madre (una estupenda Ana Villa) ayudan a entender mejor cómo fue la vida del hijo del Pescaílla y Lola Flores.

En uno de los archivos que recupera la película, Alba Flores rompe a cantar con su padre. Solo es una niña pequeña recostada en un sofá jugando a seguir los compases de un blues, una niña que saca de forma natural una voz que se quebró cuando un cóctel de drogas y tranquilizantes acabó en una sobredosis accidental de su progenitor. Es uno de los momentos clave, en el que la actriz confiesa por qué no se ha permitido a sí misma volver a cantar. Alba Flores muestra su dolor con una naturalidad y verdad desarmantes. Es la naturaleza de una familia que ha crecido de cara al público. Quizá por eso este documental funciona tan bien. A su manera, consigue cerrar un largo duelo y concede a Alba Flores la última palabra. Nota aquí.



Luis Fercán


 

Gracias !!!


 

Guada e Ismael Serrano

 

Joaquín Sabina

 Joaquín Sabina dice adiós: "¡Qué manera de subir y bajar de las nubes!"

Este domingo en Madrid, último concierto de la última gira del cantante que sin hacer deporte presume de amistad con deportistas... y que compuso el himno del Centenario del Atlético.

Hola... y adiós. La de este domingo 30 de noviembre será la última noche de la última gira. 71 conciertos después, Joaquín Sabina se despide en (pongamos que hablo de) Madrid. Fueron 28 de la gira americana, diez de ellos en Buenos Aires, entre enero y abril. Van a ser 41 en España (más sendas escapadas a Londres y París), diez de ellos en la capital, entre mayo y noviembre. El último vals se ha guardado por supuesto para el Movistar Arena, antes Wizink Center, antes aún Palacio de los Deportes, escenario de tantas noches de gloria, pero también, porque los grandes maestros sólo entienden como opciones la puerta grande o la enfermería, del 'Pastora Soler', de la pérdida de voz o de la caída al foso.

Sabina no ha sido deportista ni paladín del deporte. "Yo soy un caballero, ¿por quién me tomas?", respondió en su día cuestionado sobre si alguna vez en su vida había ido a un gimnasio. "Paso por las puertas de los gimnasios y escupo al suelo", añadió con esa forma tan seria de bromear que ha tenido siempre. Así que lo más deportivo de Joaquín han sido quizás las amistades. “Estoy en tu programa para celebrar que los dos estamos vivos y flacos”, espetó a Maradona cuando en 2005 acudió como invitado a 'La Noche del 10'. Para el Diego serían también, por más que no todos se tradujeran en canciones, algunos de sus versos más emocionantes.

Y, aunque daba para pullas ("mira si soy colchonero, que paso por Concha Espina como pasa un forastero...), la relación de Sabina con el eterno rival ha tenido su punto curioso desde el momento en que cultivó una amistad con Guti (hizo coros en 'Tiramisú de limón') de la que a su vez derivó el encuentro posterior con Leiva... productor de los últimos lanzamientos del cantante de Úbeda. Joaquín también respetó profundamente la figura de Alfredo di Stéfano, con el que compartió mesa y mantel, y dejó una estrofa con clave blanca en la maravillosa 'Eva tomando el sol': "Pronto en cada ventana hubo un marido, a la hora en que montaba el show mi chica, aunque en la tele diera en diferido el Real Madrid-Benfica..."

Pero el Atlético, por supuesto. El equipo del que se hizo y del que se dejó hacer. El himno del Centenario con más de 20 años ya, "qué manera de subir y bajar de las nubes...", o la canción de la pandemia relativamente reciente, "y ganar y ganar y ganar...", pero tantas otras referencias: "Una Hispano-Olivetti con caries, un tren con retraso, un carné del Atleti..." ('La canción más hermosa del mundo'), "Al día siguiente hablaban los papeles de Gilda y del Atleti de Aviación" ('De purísima y oro'), "Su santo y su torero, su Atleti, su Borbón..." ('Yo me bajo en Atocha'), "Hinchas del Atleti, gángsters de Coppola, verónica y cuarto de Curro Romero" ('Más de cien mentiras'), "Hoy dice el periódico que ha muerto una mujer que conocí, que ha perdido en su campo el Atleti..." ('Eclipse de mar')

Sus letras también guardaron hueco para otros conjuntos, "Y cuando gana el Barça cree que hay Dios y es azulgrana" ('Mi primo El Nano') o "Se masticaba en los billares que el Rayo había bajado a Segunda" ('Barbi Superestar'), pero quizás ninguna con tanto argumento futbolístico como 'Dieguitos y Mafaldas', inspirada en el romance que mantuvieron Sabina y Paula Seminara, una fanática de Boca Juniors que a su vez terminó escribiendo un libro cuyo título hacia referencia a un verso de la canción: "De González Catán en colectivo..." También conviene aludir, por cerrar con el fútbol, a 'Todos menos tú', "guitarristas de Loquillo, Kubalas de banquillo", y, por cerrar con el deporte, a 'La del pirata cojo', "desertor en la guerra, boxeador en Detroit".

Ahora la vida seguirá, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Pero también la obra, cientos de canciones eternas... y las que se siguen escribiendo estas semanas. Si no sorprende con un cambio de repertorio en la última cita, que todo puede ser, y antes de la que se presume como ovación memorable, la última que suene será 'Princesa', compuesta en 1986. Casi 40 años después, nadie piensa buscar otro perro que le ladre. Sabina se baja en Atocha. Superviviente, sí, ¡maldita sea! . Nota aquí.




Pedro Guerra & Javier Álvarez


 

Eladio y los Seres Queridos

 

Daniel Cros & María José Hernández

 CiberCanción de Autor nos cuenta por Facebook.

𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐅𝐫𝐢𝐝𝐚𝐲 𝐞𝐧 𝐋𝐚 𝐋𝐚𝐭𝐢𝐧𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐌.ª 𝐉𝐨𝐬é 𝐇𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳 𝐲 𝐃𝐚𝐧𝐢el Cros

La tarde del Black Friday, mientras las calles de Madrid vibraban al ritmo frenético de las compras, el Centro Cultural El Greco del barrio de Latina ofreció una alternativa luminosa: el primer concierto conjunto de Daniel Cros y María José Hernández, un dúo recién nacido y ya lleno de armonía, que eligió justamente ese día para demostrar que la música es el antídoto perfecto contra el consumismo feroz.
Daniel Cros, Hijo de una casa llena de arte, creció entre colores y fotografías hasta encontrar su propia voz en la música. Empezó en el pop-rock barcelonés, pero el Caribe y La Habana le descubrieron nuevos latidos que transformaron sus canciones en puentes entre mundos. Disco a disco viajó por España y América, llevando su mezcla de son, bolero, jazz y canción de autor. Fundó Rosazul, refugio creativo para él y otros artistas. Su trayectoria es un viaje constante: de la intuición juvenil a la madurez musical, siempre buscando luz, ritmo y emoción en cada canción.
María José Hernández, desde adolescente, su voz apareció como un relámpago claro, capaz de detener al público y abrirle las puertas de una vida dedicada a la música. Cada disco —de La línea del cielo a Cartas sobre la mesa— ha sido un capítulo íntimo, tejido con deseo, memoria y una verdad que madura con los años. Ha cantado a Labordeta desde lo femenino, ha viajado por medio mundo dejando su huella firme y dulce, y ha compartido escenario con nombres imprescindibles de la canción. Su voz, versátil y bella, ha cruzado fronteras y estilos, encontrando siempre un lugar donde ser escuchada. Con proyectos como "Vívere Memento", ha unido tradición y presente, memoria y piel. Auténtica y reconocida, su carrera es un continuo refugio de sensibilidad y verdad.
Con estas dos trayectorias dialogando por primera vez en un mismo proyecto musical, el concierto estuvo envuelto en un clima de intimidad serena. Desde el primer acorde fue evidente que Cros y Hernández no solo comparten canciones: comparten una forma de estar en el escenario, una manera honesta y limpia de ofrecer música sin artificios.
Mientras en la calle el Black Friday prometía “ofertas únicas”, dentro del auditorio se ofrecía algo que no se devalúa: emoción de primera mano, sin código de descuento.
La complicidad entre ambos se hizo especialmente patente en los dúos de guitarra: un diálogo cálido, exacto, sorprendentemente natural para tratarse de un proyecto recién estrenado. Las dos voces empastaron con suavidad, sin competir, respirando juntas como si llevaran años encontrándose en los mismos escenarios. Uno de los momentos más hermosos de la tarde llegó cuando María José interpretó "Guárdame" de José Antonio Labordeta, en esa forma suya, sublime y honda, que logra detener el aire. Cros acompañándola con sutileza y respeto, sosteniendo la atmósfera con su guitarra y permitiendo que la emoción se volviera protagonista. El repertorio viajó por homenajes y climas distintos: Labordeta, una ranchera que llenó el espacio de melancolía luminosa, ”Entre mis recuerdos” de Albert Hammond, que se hiciera célebre en la voz de Luz Casal. Todo sostenido con ese pulso tranquilo que invita a escuchar sin prisa, a dejar que la música haga lo suyo. Fue un concierto pausado, equilibrado y profundamente disfrutable, el tipo de experiencia que recuerda que existe un refugio posible del ruido: un lugar donde dos artistas conversan con canciones y el público, agradecido, escucha.
Salimos del Centro Cultural El Greco con la sensación de haber elegido la mejor “compra” del día: un rato de belleza que no cabe en bolsas ni se paga con tarjeta. Una ganga.
Porque en días de consumo compulsivo, la música —sobre todo la de Cros y Hernández— es siempre la verdadera oferta irrepetible.
Mañana por la tarde tenéis una nueva oportunidad de disfrutar de su música en el centro cultural La Elipa a las 19:00 h. A un precio super rebajado (cero euros)
Las ofertas del viernes negro caducan a medianoche; la oferta de una buena canción no caduca nunca.— con Daniel Cros y María José Hernández.


























El Plan de la Mariposa


 

Sidecars

 

Rafa Mora

 APRENDÍ a coquetear tímidamente con la vida.

A respetar los años y las canas.
Aprendí a soñar con cadenas morales.
A desenmascarar el amor a base de ensayos.
Aprendí a sentir la piel con prorrogada inocencia.
A ascender sin globo.
A descender con vértigo.
Aprendí a deshacer la lluvia con la tormenta ya encima.
A enterrar emociones como hace el plomo con el uranio.
Aprendí a desenfocar la muerte.
A desenredar la luz.
A tirar de la manta en cuestiones de fe.
Aprendí, tarde,
a desaprender pronto.
Y aquí sigo.
Al pie de mí.
Con la ilusión indemne,
pero con demasiada metralla incrustada.



Ismael Serrano

 


Zoe Gotusso

 

Mariano Martínez

 “Seguir siendo un punk rebelde no tiene más sentido para mí”

El cantante y guitarrista celebrará los 35 años de “El cielo puede esperar”, el disco que hizo despegar a su antigua banda. El Chino Vera, bajista original, será de la partida.

Mariano Martínez volverá a los escenarios porteños este sábado 29 de noviembre a las 21, en el Teatro Vorterix (Av. Federico Lacroze 3455), para celebrar los 35 años de El cielo puede esperar. Es uno de los discos emblemáticos no sólo de Attaque 77, su antigua banda, sino también del punk latinoamericano. “No fue una excusa para volver al escenario, porque estoy en actividad todo el tiempo, pero me recordaron que en 2025 se cumplen 35 años de ese disco y algo me retumbó”, explica el músico. “Tengo las viejas cintas de la grabación de ese disco y pensé en volver a mezclarlo. Hablé con el sello que tiene los derechos, y también me transmitieron su inquietud y ganas de reeditarlo en vinilo. Entonces se armó una movida, de la que es parte el Chino Vera, nuestro bajista en esa época”.

-¿Cuánto de nostalgia hay en esto?

-No soy mucho de mirar para atrás, no soy nostálgico. A pesar de que le fue muy bien, se trató de un disco raro porque Attaque era una banda rústica, con un sonido medio callejero. En ese éxito comercial fue clave el trabajo de Juanchi Bailerón, el productor del disco. También quise aprovechar esta oportunidad para hacer una versión 2025 de esas canciones y pensé que podíamos grabarlas en vivo. Además, pasa otra cosa: hay nuevas generaciones de público que no han visto aquello porque no les tocó en ese momento por la edad. Y, de paso, más de la mitad de las canciones de ese disco nunca las volvimos a tocar porque después vinieron más discos y pasó el tiempo.

-En aquella época, ¿fantaseabas con ser punk toda tu vida?

-No sé si nos tomamos tan al pie de la letra esa idea. En un principio nos identificábamos en el punk, en la estética, en el sonido, éramos muy admiradores de toda esa explosión que en aquellos años había ocurrido en Inglaterra o en Estados Unidos. En el ’87, cuando el grupo empezó a tocar, pasaban muchas cosas en el under de Buenos Aires. No sólo en la música. Pero después quisimos ser una banda profesional y llegar muy lejos con nuestra música. Siempre me interesó que Ataque 77 fuera una banda de rock en castellano más que de punk rock.

-¿Entonces la melancolía de esa época pasa más por el público?

-Hay muchos que recuerdan esa época como el momento en el que eran libres y felices, y andaban sueltos. Después cuando uno crece, se casa, forma una familia y tiene que trabajar, todo eso se termina. Viví cosas increíbles: en los ’80 estuvo el under y en los ’90 nos hicimos muy populares. No sólo Attaque sino el rock en general, porque se volvió masivo, llegó a los estadios. De repente, me tocó compartir escenario con Iggy Pop, cuando tenía 23 años, o con los Ramones. Eran mis ídolos. Está bien que eso esté en el pasado porque ahora, por ejemplo, a mi hijo más chico, que tiene 19 años, le gusta mucho Milo J, quien acaba de sacar un disco muy interesante. Más que anclarme en el pasado, me interesa mucho ver la evolución. Aunque esto que digo puede parecer una paradoja porque voy a repasar un disco que tiene 35 años.

-El cielo puede esperar dura 34 minutos. ¿Qué tocarás en lo que resta del recital?

-Hay canciones nuevas que vamos a tocar. Son canciones que serán parte de un álbum que sacaré, que sirven de transición entre Attaque y esta etapa que estoy atravesando. Aprovecharé la ocasión porque me acompaña una banda espectacular. Algunos de estos músicos venían tocando con Attaque 77 en su última etapa. También haremos varias canciones viejas de la banda, que en algún momento regrabaré en un estudio. Hay muchos artistas que están haciendo eso de grabar cosas viejas y traerlas un poco al presente.

-Al parecer, no está en los planes de ninguno de los tres integrantes de la última formación de Attaque 77 volver a juntar a la banda.

-Mirá, yo no lo descarto. Paso a paso, uno va avanzando y entendiendo situaciones que se van dando. Y creo que de alguna manera fue necesario que paráramos. ¿Por qué? Porque en el momento que paramos el grupo llevaba activo 33 años. O sea, cuando el grupo se formó, yo, que soy uno de los miembros fundadores, tenía 16 años. Y hasta los 52, que fue cuando dimos el último recital, fui parte de la banda. Creo que todos entendimos que en nuestras búsquedas personales y musicales hacía falta la distancia. Además, estuvo la pandemia en el medio y ese momento movió un montón de cosas. A la distancia, lo que vos ves desde adentro como algo muy terrible, deja de serlo. Me arriesgaría a decirte que a mis compañeros seguro que les pasó lo mismo, porque es inevitable. Hasta no hace mucho, te hubiera dicho que una reunión no estaba en mis planes. Pero hoy no la descarto porque siento que todavía podemos hacer algún aporte. A mí me parece que primero tiene que darse algo desde lo humano. Nota aquí.





Quique González


 

El Roto


 

sábado, noviembre 29, 2025

Iván Ferreiro

 

Alexis Díaz Pimienta

 SILVIO, FELIZ CUMPLEAÑOS

Hoy cumpleaños El Poeta.
En mayúsculas. En grande.
El cantautor. El que expande
su luz por todo el planeta.
Hoy cumpleaños El Profeta
de las mejores canciones.
Hoy en todos los rincones
Se le ve guitarra en mano.
Solo. Tranquilo. Cubano.
Llegando a otros corazones.
Hoy cumpleaños El Poeta
que a otros no-poetas salva.
El padre de Mau. De Malva.
De Silvito. De Violeta.
De Federico… El esteta
musical enniurkizado.
Hoy noviembre le ha prestado
su suave luz otoñal.
Hoy es un día fractal:
Hoy Silvio está ensilvismado.
Hoy “te doy una canción”
a ti que tantas nos diste.
Hoy, “ojalá” no estés triste,
grumete en “Playa Girón”.
Hoy, que haga su aparición
tu “unicornio azul” perdido.
Hoy tu música es un nido
de silviómanos devotos.
Hoy te están haciendo fotos
La Memoria y el Olvido.
Por todo lo que has cantado,
Por todo lo que has compuesto,
Por tu silencio indigesto
y tu grito de indignado.
Por tus cantos del pasado.
Por tu “yo más yo da yo”.
Por tu efecto dominó
en tantas generaciones,
hoy te gritamos millones:
—¡Silvió Rodríguez! ¡Silvió!



Kapanga


 

Dante Spinetta

 

Rodolfo Serrano

 Lluvia

Llueve plácidamente. Cae el agua
sobre la tierra seca. Hay un silencio
infinito en esta tarde extraña.
Solo el rumor, muy quedo,
de las gotas de lluvia en el tejado.
La paz deber ser esto. Muy lejano
el recuerdo de muertes y pateras.
El dolor de los niños y las lágrimas
del hombre que ha perdido su esperanza.
Sobre la parra cae el agua mansamente.
Han huido los pájaros. No queda
más que este atroz silencio.
Huele a paja mojada. Este perfume
que corre por el porche, suave y tierno.
Está todo tan lejos. En la higuera
adivino un rumor de pájaros mojados.
Cae despacio la tarde. Por la calle
no pasa ni una sombra. Y ahora mismo
me viene la añoranza
de un regazo perdido en la memoria.
Contemplo un horizonte en la borrosa
llanura de Castilla. En este mismo instante
daría cualquier cosa por creer
en un dios que acaricie mis angustias.
Pero me siento solo, algo asustado,
de pie frente a la noche que me aguarda.
Se me rompe el silencio con un toque
inesperado de campana.
Ya dejó de llover. Son cuatro gotas
de un agua pobre. Pobre. Nada.
(El sol rompe las nubes a lo lejos).
Foto de Raul Cancio.



Javi Ruibal


 

Yami Safdie

 

Emiliano del Río

 Emiliano nos cuenta por Facebook.

No importa la hora, ni el cansancio.
Hoy decías que en el amor las medidas de tiempo cambian, todo se mide de otras maneras, la amistad, el respeto y tener la dicha de seguir aprendiendo de vos y tu forma de llevar este oficio, de seguro... Me ha regalado una nueva medida de tiempo ya que no me pesan tantas, tantas cosas y por el contrario...Vienen cosas hermosas, que alivianan mi andar.
Una vez mas gracias Ismael Serrano y gracias por lo que vendrá, en el tiempo dispuesto...Ahí te veo.
Gracias mi querido hermano. Rodolfo Serrano al menos te veo y te abrazo en tu inmenso hijo.
Ya cruzaré en cualquier momento y con sorpresa, te me cuidas.



Carlos Chaouen

 


Milo J


Ramón Serrano

 CANCIÓN LORQUIANA

In Memoriam
La lagartija y el lagarto
están llorando
lloran polvo
lloran amargo
negro polvo como lágrimas
lágrimas negras como la noche aciaga
el lagarto y la lagartija
lloran en el barranco de Viznar
lágrimas de plomo
y espanto
lágrimas negras y secas
de sus ojos de cal y canto
la lagartija y el lagarto
cuando cae la noche aciaga
lloran anillos de pólvora
esparcidos por el barranco
la lagartija y el lagarto
están llorando
lloran polvo
lloran amargo.



Xoel López


 

Nueve Auras

 

Mon Laferte

 Mon Laferte, en el club de los amores perros

La cantante chilena publica Femme fatale, un álbum de cadencias jazz e inmerso en el ambiente desprejuiciado del cabaret.

No es casual que Mon Laferte, a dúo con Nathy Peluso, rinda tributo en su nuevo disco a La Lupe (1939-1992), cubana de rompe y rasga emigrada a Nueva York, epítome del despecho y del desgarro. Lo hace en ‘La Tirana’, que comienza a golpe de bolero fatídico y muta luego a sonoro tumbao. Y es que en Femme fatale, salvando todas las distancias salvables, Laferte se muestra transformada en una Lupe del siglo XXI, reina del club de los amores perros, en un personaje de noches y humo con licencia para soñar y decir sin tapujos. Una creación que tuvo otro impulso: Laferte interpretó a Sally Bowles, protagonista de Cabaret, cuando el musical se estrenó en México.

En Autopoiética (2023), que Laferte definió como un disco de renacimiento, la artista usó pocos instrumentos y mucha tecnología para facturar un conjunto de canciones que transitaron por el hip hop, el tango y la cumbia electrónicos, el reguetón y el bolero. Ahora, en Femme fatale, ha echado mano de poca tecnología y de muchos instrumentos: los suficientes para formar una orquesta que pueda proporcionar a las canciones una base de jazz, no tan rotunda como la de su admirada Billie Holiday, pero sí lo suficientemente elaborada para que la voz brille potente, sensual y cadenciosa, y lo bastante abierta para evitar una taxonomía definitiva. De hecho, canciones hay en Femme fatale que participan de la orquestación y arreglos pop que tan bien mostraron las cantantes francesas e italianas de los sesenta (‘Melancolía’, por ejemplo).

El álbum se abre con la pieza que le da nombre, un bolero-jazz en el que la garganta de Mon parece fusionarse en ocasiones con la de Björk, y donde advierte de que lleva el caos como promesa y que quiere que arda el mundo, y se cierra con Vida normal, una composición en clave de comedia musical, cuyo texto, repleto de ironía, cuenta la historia de alguien que se debate entre su adicción al estrés y una vida tranquila y despreocupada. Y en medio de esos dos lados del ilusorio escenario, arrebatos incorrectísimos como ‘Mi hombre’, con un sugerente arreglo de guitarra, y ‘Otra noche de llorar’, donde se incrusta la nostalgia. Esto es amor tiene como invitado a Mateo Sujatovich, del grupo Conociendo Rusia. Aquí, el deseo, a golpe de soul con gozosos coros, rompe las costuras y tal vez los pantalones: “Comerte los labios es religión / Entre tus piernas voy a rezar”. ‘Las flores que dejaste en mi mesa’, que combina las cuerdas con el trip-hop y percusiones latinas, no deja lugar a la confusión: “Seguramente me vas a extrañar cuando la tengas dura”.

‘Hasta que nos despierte la soledad’ huele a despedida y Laferte la comparte con guante de seda con el brasileño Tiago Iorc. En ‘Ocupa mi piel’ afirma que el placer es conocimiento, y en ‘My One And Only Love’, canción coral con Natalia Lafourcade y Silvana Estrada, lucen las armonías vocales y la ambigüedad del texto. Laferte y su mano derecha musical, Manú Jalil, producen este artefacto sonoro explosivamente cautivador. Nota aquí.



Ismael Serrano

 


Tute


 

viernes, noviembre 28, 2025

Manuel García