martes, noviembre 25, 2025

Rodolfo Serrano

 Lluvia

Llueve plácidamente. Cae el agua
sobre la tierra seca. Hay un silencio
infinito en esta tarde extraña.
Solo el rumor, muy quedo,
de las gotas de lluvia en el tejado.
La paz deber ser esto. Muy lejano
el recuerdo de muertes y pateras.
El dolor de los niños y las lágrimas
del hombre que ha perdido su esperanza.
Sobre la parra cae el agua mansamente.
Han huido los pájaros. No queda
más que este atroz silencio.
Huele a paja mojada. Este perfume
que corre por el porche, suave y tierno.
Está todo tan lejos. En la higuera
adivino un rumor de pájaros mojados.
Cae despacio la tarde. Por la calle
no pasa ni una sombra. Y ahora mismo
me viene la añoranza
de un regazo perdido en la memoria.
Contemplo un horizonte en la borrosa
llanura de Castilla. En este mismo instante
daría cualquier cosa por creer
en un dios que acaricie mis angustias.
Pero me siento solo, algo asustado,
de pie frente a la noche que me aguarda.
Se me rompe el silencio con un toque
inesperado de campana.
Ya dejó de llover. Son cuatro gotas
de un agua pobre. Pobre. Nada.
(El sol rompe las nubes a lo lejos).
Foto de Raul Cancio.



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