jueves, enero 23, 2014

Martín Caparrós

Un proyecto de vida






Hay quienes creen que la Argentina vive del pelotazo. Si la metáfora siguiese futbolera, dirían que la Argentina es un país que no necesita armar juego: donde lo que define son esos puntinazos al tuntún que, de tanto en tanto, cambian algo en el desarrollo del partido.
Hablarían, como ejemplo, del último año: nada pareció igual después de que los gobernadores católicos eligieran a Begoglio como jefe, nada después de que el gobierno perdiera dos elecciones seguidas, nada después de que a su jefa la internaran por el hematoma, nada después de que el verano se calentara de cortes y paros y saqueos. Pero es una impresión; nos gusta creer en el bochazo salvador, en el azar que cambia todo, y lo cierto es que, más allá de incidencias, el partido mantiene un curso firme: sigue siendo un desconcierto de pases sin destino, de sacarse la pelota de encima, de tirarse al piso para la tribuna, de protestarle al referí. Crónica aquí.

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